Yo también te quiero

Publicado el 18 marzo 2012 por Hogaradas @hogaradas

Por Hogaradas
Era el día de Reyes, y como todos los ańos, esperaba impaciente tu llegada. El día anterior me había afanado como lo hacía siempre, en inflar globos, envolver y colocar estratégicamente todos los regalos, e incluso escribir en cada uno de ellos un pequeńo mensaje de sus Majestades Reales, un mensaje único y exclusivo para ti, una nińa que se había comportado tan bien durante todo el ańo y que como recompensa tenía todos esos regalos que colgaban del árbol. Aquel ańo te esperaba sentada en el sofá, con la cámara de vídeo preparada para grabar tu primera impresión, ese primer gesto, el que no engańa, sobre todo cuando eres un nińo y tu único envoltorio es la inocencia.
Sentí la puerta de la entrada, y luego se abrió la segunda, esa tras la cual te esperaba impaciente, quizás incluso más que tú, que eras la protagonista de la fiesta, y mi cámara de vídeo grabó lo que tantas veces escuché, al igual que hoy, como siempre, la prueba irrefutable de un carińo compartido, de un amor puro, sano y sincero, un “te quiero” de nińa, esos que salen espontáneamente de lo más profundo del corazón.
Esta mańana mientras estaba en la cama, desperezándome, debatiéndome entre levantarme o seguir disfrutando de una mańana de domingo en las que lo mejor que hay que hacer es precisamente no hacer nada, te escuché en la habitación de al lado, ya despierta, y te imaginé aburrida, sin saber qué hacer, con ganas de que la casa comenzara a bullir de actividad, de escuchar voces, ruido, el olor a café caliente que sale de la cocina, y ese desayuno sorpresa con el que cada domingo intento que sea no uno más, sino uno diferente.
Me levanté y allí estabas, tal y como te imaginaba, sentada encima de la cama, esperando que alguien fuera a rescatarte, a sacarte del aburrimiento, a ayudarte a comenzar a disfrutar de tu mańana de domingo. Así me lo hiciste saber, porque hacía ya un rato que te habías despertado, y mientras nos dábamos el beso de buenos días volviste a hacerlo, otra vez las mismas palabras, esas que salen de tu corazón de nińa, las que quiero volver a escuchar una y otra vez siempre que quieras dedicármelas, esas que pocas personas saben que me hacen inmensamente feliz, quizás porque, ya me conocerás mejor cuando seas mayor, a pesar de ser bastante expresiva, hay cosas que me gusta guardar para mí sola, y disfrutarlas como lo que son, única y exclusivamente mías, sin compartirlas con nadie, ni siquiera para que sean conocedores de ellas.
Y sin embargo ya ves, en esta ventana abierta a todas las miradas, estás tú y están ellas, tus palabras, porque aquí soy más yo que nunca, a corazón abierto, aun a sabiendas de que ya nada es un secreto, todo lo contrario, estamos en un inmenso escaparate abierto a todos quienes quieran mirarlo y conocernos un poco más, a todos quienes quieran saber algo más del significado de la palabra sentimiento.
“Te quiero”, dos sencillas palabras que esconden sin duda el más grande de los sentimientos, el del amor, ese que no se vende ni compra, el más desinteresado, espontáneo y puro, las mismas que tuve la suerte de escuchar tantas veces, como esta mańana, en la que la vida una vez más me concedió uno de los mejores regalos que se pueden recibir, este que me has dado y que te devuelvo, además de con todo lo que hemos vivido en el día de hoy, con estas palabras.