Yo te perdono por haber perdido la fe en la Escritura. Te perdono porque casi lleva a tu destrucción.
Yo te perdono por derrochar esfuerzos en un vano intento de amoldarse a los demás, a lo esperado, a las fluctuaciones ajenas, permeable a una empatía extrema, a todo menos a quien era importante antes que nada: tú. Yo te perdono porque aún sabiendo lo que eres y como eres, has jugado al teatro con la vida; no tenías suficiente con arte dramático, con los bolos, con los escenarios minúsculos ni los grandes que pisaste, la función principal era fingir ser otra cosa.Yo te perdono por defender ideales humanistas hasta el extremo, con todo, menos contigo. Como si no fueras de esta especie que te ha tocado, quizá una piedra, pensabas, ¿una bacteria infecciosa?Yo te perdono por hacer caso antes al que decía que esto es negro mientras se veía blanco, al que decía esto es blanco cuando se veía negro, al que decía esto es gris cuando es tornasolado. Yo te perdono por enfocar la guerra y el punto de atención contra el enemigo equivocado, que no tiene culpa de nada.
Aun conociendo el pozo espejo donde todo se refleja, las aguas transparentes, aun partiendo con la única ventaja de saber qué y por qué haces las cosas, el miedo ha podido sobre ti. Yo te perdono por golpear los nudillos contra el cristal que refleja la luz para tratar de enturbiarlo y no ver.
Yo te perdono por arder de ira y rabia al darte cuenta de todo el tiempo desperdiciado; no estas sola, y lo sabes. Ahora lo sabes. Antes, ahora y mañana habrá más como tú. El viaje del héroe, como todos los viajes arquetípicos, requería un desierto espectral.
Yo te perdono por hacer caso a todas las voces y a todos los puntos de vista, todos, menos el tuyo.
Yo te perdono por convencerte de que no te daría tiempo a vivir, por la prisa y el torbellino, los destrozos a cada paso.
Yo te perdono porque sabes que el viento siempre debe estar en movimiento: no lo encierres.
Yo te perdono por gritar en el Silencio llamándolo enemigo, cuando fuiste tú la que se exilió del Silencio compañero como si fuera la peste. El mundo decía que el Silencio no tiene consistencia, no es real: sabemos que es mentira. El agua no puede ser aceite, las estalacticas se forman con agua, no el aceite de las antorchas.
Yo te perdono por vivir de noche y morir de día, el halcón no vuela en la penumbra.
Yo te perdono por sufrir en vano.
Yo te perdono por todos tus nombres evitando la verdad, SWind, Sidenny, Fortune Alejandro, Claudia Fortune, Bernard Sara. No importa la mano que escribe sino lo que dice. Nunca importó la mano, nunca importará. Otra lección que llevas de adelanto.
El tiempo no existe, es un círculo permanente.