Revista Diario

Zen

Publicado el 30 mayo 2010 por Yopo
Después de hacerme con una cuna de Newton, y comprarme una bola antiestrés, ¿qué otro objeto inútil me quedaba para completar la colección? No podía ser otro: Un rastrillo zen. Zen
Este artilugio importado a España como método de ¿relajación?, ha recaído en mis manos de un modo inesperado, ya que ha sido un regalo-souvenir.
Puestos a regalar cosas inútiles, hubiera preferido un doblacamisas, un huevo para pies, e incluso una barra de mortadela con aceituna si es preciso. Cualquier cosa menos este cachivache, que no sé dónde colocarlo!Pero he de reconocer que le estoy cogiendo el puntillo. Remover arena en un plato (que básicamente es lo que es, por muy zen que se llame) tiene su encanto.
Mis allegados me deben ver cara de estrés máximo, para buscarme métodos de desahogo tan exóticos como éste... Pero vamos, todo lo contrario... estoy en una etapa de mi vida en la que he aprendido a preocuparme sólo por lo que lo merece. Me refiero a que últimamente no me dejo afectar por cosas triviales, por circunstancias en las cuales el estrés y la inquietud no llevan a ningún lado. Toda esta actitud la he logrado sin bolita antiestrés, sin cuna de newton, y sin ninguno de esos cuentos chinos.
La verdad es que no tengo muy claro todo lo que conlleva la cultura o la tradición zen. Sé que es una de las modalidades del Budismo, pero no tengo ni idea de los preceptos que practica. Yo asumo que la filosofía zen es un modo sosegado y filosófico de tomarte la vida, supongo que a través de la meditación y todas esas cosas. Y yo no es que le dedique gran parte de mi tiempo a la meditación, pero sí creo que este jardín zen tan peculiar, llega precisamente en el momento más zen de mi vida, lo que es una enorme casualidad, o una mera redundancia, pero también una verdad como un templo; un templo zen, claro! xD.

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