Bibliometro S0302. He acá que seguimos leyendo lo que vamos encontrando de Mike Wilson (y que no tengamos ya en nuestra Jimmyteca personal, claro). La portada de esta edición de Zombie no me gusta mucho, prefiero otra que tiene unas zapatillas en mal estado, sucias pero con onda, vistas desde arriba, una junto a la otra, como descansando, con los cordones desabrochados. Me parecía una imagen más sugerente, más evocadora, y además más en consonancia con lo que nos cuenta la novela. Esta portada, no lo sé, me causa sensaciones menos agradables. Como sea, nadie es perfecto, ni yo, miren que las fotos me quedaron horribles, pero qué le vamos a hacer. Al menos se entienden, aunque puede que lo imperfecto sea la cámara de mi celular, ¿o no?
Zombie es la tercera novela publicada por Mike Wilson y es además la tercera novela suya que comentamos por acá, en estas oscuras y mal iluminadas páginas. Mike Wilson, en Zombie, vuelve a situarnos e introducirnos en escenarios completamente fuera de todo orden, lugares extraños extrañamente cotidianos e identificables, en este caso un post-apocalipsis nuclear o algo así, para, desde lo raro y lo simbólico, hablarnos de temas muy cercanos, muy humanos, muy reales.En Zombie los protagonistas son un numeroso grupo de adolescentes que sobrevivieron a un apocalipsis bélico: cuando todo se fue a la mierda, misiles cayeron sobre la ciudad y el vecindario acomodado en donde se encuentran ahora, por cuestiones geográficas y un poco de suerte (un misil que no explotó), resultó indemne de todo daño. El barrio, ubicado en la precordillera, y separado del resto de la ciudad por un frondoso bosque en donde acampan los adolescentes que no pertenecían a esta urbanización (los que vivían ahí siguen dentro de sus grandes casas); el resto de la ciudad, más allá del bosque, es un cráter absolutamente negro, como rodeado de una cúpula de humo alquitranado, de bruma oscura, de un aire muerto y sucio, de un halo como malvado y perverso. Y los adolescentes, refugiados en lo que alguna vez fueron: sus rutinas, sus referencias pop, los amores y las amistades, la supervivencia como un acto normalizado. El problema, claro, es que el deterioro y la hostilidad del medio se inmiscuyen en esta sociedad de niños y, más que relato post-apocalíptico, lo que Wilson propone es un apocalipsis alargado, tardío: la muerte de la humanidad, los últimos rastros de civilización, lenta e inclemente; o: no hay tal cosa como post-apocalipsis, si no sobrevivientes engañados en la ilusión de un retorno a la normalidad. Así las cosas, mezclando signos de relato de supervivencia con una suerte de realismo coral y otro poco de un terror metafísico e incluso cósmico, tenemos una novela sobre el teenage angst (como se sabe, no por denostados por el mundo adulto son menos representativos de las tristezas del mundo real) llevado a un extremo de violencia y fatalidad, de vacío existencial como espejo de un vacío aún mayor que silenciosamente corroe a todo y todos por dentro, porque todos nos hemos preguntado si es que acaso vale la pena seguir con esta farsa, y en efecto, con el mundo ido al carajo, ¿vale la pena? Tal como decía Rick Grimes en "The Walking Dead" (el cómic): "nosotros somos los muertos vivientes". O, por qué jugar a estar vivos, para qué fingir, si ya todo está podrido. Y... ¿se necesita un apocalipsis para darse cuenta de ello? ¿Es necesaria la destrucción de las estructuras y de las instituciones para darse cuenta de la podredumbre y la farsa de la civilización humana?En fin, eso es lo que me gusta de los libros que hemos leído de Mike Wilson: que toma relatos, estéticas y personajes de géneros que por lo general tienden más a los golpes de efecto, y los dota de una construcción sustancial y reflexiva rotunda, robusta, profunda, compleja y rica en ideas, metáforas, significados... Sus libros ofrecen experiencias estimulantes, y muy asequibles además. Vayan por ello.
La tradición de siempre, que esta vez llegó movida: ¡dos fichas en lugar de una!, así de mucho se ha pedido esta novela de Mike Wilson. La segunda no tiene nada del otro mundo, dos préstamos, uno de los cuales es mío, claramente. Pero la primera ficha, vaya vaya: 23 préstamos, comenzando a principios del 2012, más de doce años en circulación, más de dos préstamos por año. Buen promedio, en efecto, aunque como suele ocurrir, de repente hubo un parón, porque hasta el 9 de agosto del 2017 los préstamos se acumulaban y dejaban caer asiduamente, pero luego, vaya, el que sigue es del 2024, en mayo ya, casi siete años después. ¿Qué habrá ocurrido? En cuanto al orden, qué se puede decir... Timbres puestos por doquier, sin respetar los rectangulitos, además de los timbres puestos ya en las informaciones de abajo. Bueno, supongo que no les dan bonos por timbrar a la perfección, total, nadie es perfecto, sí o que parce.