Ya tenía ganas de que llegara esta semana para poder compartir contigo el nuevo relato mensual. La verdad es que estoy disfrutando mucho. Echaba de menos esta sensación de poder contar una historia en pocas frases, condensando el mensaje, como una bofetada en la cara. Me encanta escribir relatos, por si no lo has notado me da ese ratito de libertad para poder descansar de la escritura de las novelas. Aunque te confieso que, a menudo, son ideas descartadas o fragmentos que decido que no son útiles y necesarios para las novelas.
Pero si quieres que te diga la verdad, mis relatos preferidos son aquellos que nacen de las historias de la gente porque así puedo apropiarme de ellas para luego distorsionarlas o camuflarlas como mejor me parezca. ¿Te gusta el leitmotive de mi próximo libro de relatos?
Hablando de proyectos, últimamente estoy trabajando en varios a la vez, algunos de ellos ya han salido a la luz y otros siguen esperando a que llegue el momento ideal. Pero el desorden es una materia más de mi carrera de escritor y quiero adecentar la mesa del despacho para poder enseñarte las cosas que estoy haciendo. No me gusta tenerte desinformado, de verdad que no. Prometo contarte cosillas esta semana si te apuntas a las charlas de piso, que hace mucho que no pedimos pizza para contarnos cotilleos 
Mientras tanto, te dejo con el nuevo relato mensual. ¿Tendrá algo que ver con Palabras enjauladas?
3 Millones de pasos
Caminé tres millones de pasos para encontrarme con la nada. Solo aire, vacío y podredumbre como ecos de un pasado que amenaza con regresar. Pero no quiero vivir del pasado, tampoco sé si quiero vivir este puto presente que me está volviendo loco.
Seamos sinceros, ¿qué quieres?
Quizá sea tu respuesta lo que necesito para averiguar si tus deseos se corresponden con los míos. ¿Unión? ¿Conexión? ¿Ir juntos de la mano?
No sé de dónde sacaría yo esos ideales románticos pero lo que tengo claro es que eso no va conmigo.
Te miro desde la ventana del mismo bar donde nos conocimos. Sonríes igual a ese tío como aquella tarde que me sonreías a mí. Eso no te cambia, nuestra historia lapidada de insultos y reproches no te ha dejado con las heridas sangrando. Tú tienes, probablemente, un rasguño. Yo tengo la marca de tu puño en mi pecho, cerca del corazón.
Ahora que os habéis puesto de acuerdo para ir a donde sea que vayáis, veo que te coge de la mano y no se la retiras buscando esas miradas fantasmales. Ya no te importa dejar esa apariencia de heterazo ante el mundo.
Os sigo mientras os perdéis entre la gente, buscando el refugio del anonimato. Sois bonitos, lo tengo que admitir. Los dos formáis muy buena pareja. Al contrario que yo, que lo único que beso es este jodido cigarrillo de la resignación.
A tres cientos metros, un bosque repleto de hojas secas. ¡Qué curioso que hayas elegido el mismo lugar donde me comiste la boca esa noche y que me apetezca a mí meterte una bala entre las cejas!
Fotografía: David Orell (Talamanca de Jarama)
¡Espero que te haya gustado! No te olvides de compartirlo 
Besos y abrazos
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