Revista Literatura

Miguel de Luis, escritor

Publicado el 24 noviembre 2011 por Migueldeluis

Hace una semana me llegaron mis tarjetas de visita, de moo. Tuve que luchar contra mi vergüenza para encargarlas y todavía más para repartirlas porque en ellas pone:

Miguel de Luis Espinosa, Escritor

He tenido otras. Desde adolescente mi padre me acostumbró a tener mis tarjetas; y sí, era un poco raro tener tarjeta con esa edad, pero también muy práctico. Te evitas tener que ir buscando papelitos cuando querías mantener un contacto con alguien.

Por otro lado, en cuanto te colegias de abogado o procurador, como fue mi caso, te sacas una tarjeta de visita en la que pone procurador de los tribunales y no te sientes extraño porque tu experiencia sea nula.

Ahora tengo, entre otros, este blog que recibe entre 300 y casi 600 visitas diarias con un número de visitantes únicos en torno a 5000 mensuales. Son unas cantidades modestas, vale, pero si hacéis cuentas sabéis que tengo ya un grupo de lectores fieles. Escribo todos los días, llueva o estrenen una de Doctor Who; he terminado una novela, un montón de relatos, muchos especímenes de poesía breve que me atrevo a llamar haiku para ver si doy el pego y hasta un juego de rol. Quizás no haya conseguido todavía sacar dinero de esto1, ¿pero cómo no me puedo llamar escritor?

Si el dinero fuera la medida de la calidad literaria, las páginas de Pedro Páramo serviría para envolver plátanos. ¿Entonces por qué me importa ganar dinero más que el dinero en sí?

Porque para ser procurador tuve que aprobar una carrera universitaria, inscribirme en el Colegio Oficial y tomar posesión en una ceremonia oficial. Incluso un emprendedor tiene, tarde o temprano, que darse de alta en mil registros.

Yo no he tenido ceremonias, ni grandes éxitos, pero os tengo a vosotros y por eso, aunque aún me ruborice, me pongo la medalla y me nombro escritor.


Idea: Organiza una fiesta para escritores noveles, compartid una comida, repartid diplomas de escritor y conocéos. Podría ser en uno de esos restaurantes que organizan bodas, o si sois pocos en la dulcería coqueta del barrio. Es barato, podéis atraer a periodistas y os lo pasaréis bien.


  1. Aunque lo intento a través de Esfuerzo y Dedicación y mi página de libros recomendados ↩


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