Monólogo: las huidas veraniegas de madrid

Si vivís en Madrid o alrededores os habréis dado cuenta que es empezar a hacer buen tiempo, y sobretodo en verano, y la gente huye de Madrid como si no hubiera un mañana: a la playa, al pueblo, a una casa rural, al norte o al sur, donde sea pero huyen, motivados por el calor y dejando atrás la jungla de asfalto, ese asfalto que cuando se calienta convierte a la ciudad en un horno que es mejor abandonar.
Progresivamente, y según va llegando el buen tiempo, vas notando como los viernes por la tarde y sábado por la mañana la salida de Madrid comienza a atascarse, y atascarse, y atascarse y piensas: ¿alguien se va a quedar a cuidar Madrid o lo abandonamos todos?  Parece que dieran el pistoletazo de salida y ¡ala! a vivir el fin de semana lo que no pudiste vivir el resto de la semana.
En esto los que tienen pueblo tienen una gran ventaja, porque el resto se pueden escapar algún fin de semana, pero no todos. Pero los que tenemos pueblo, tenemos un cheque el blanco de fines de semana para huir cada vez que te apetezca, con la libertad que da eso. Da igual que tu pueblo no sea el más bonito del mundo, o el más habitado, o el mejor del mundo, ahí tienes tu rinconcito para apartarte de la civilización cuando el calor dificulta tu relación con ella, o  para cuando te salga de la punta del pie irte a desconectar unos días de las rutinas diarias.
Todo este movimiento conocido como "domingueros", tiene sus detractores, porque dicen que atascamos el tráfico el fin de semana, no sé de donde se sacan eso, como si no estuviera ya atascado él solito sin que le animáramos nosotros. Yo más bien creo que la gente que dice eso está verde de envidia, porque nosotros podemos huir, y ellos no, pero yo les diría esa frase tan famosa: si no puedes con el enemigo únete a él...y huye, huye, que un verano en Madrid es muy triste, y no porque Madrid en si tenga la culpa, la ciudad sigue luciendo en todo su esplendor, si no porque no queda nadie y es muy triste ver como todo el mundo se va, y tú, resistes ahí, como una campeona las inclemencias meteorológicas que provocan el intenso calor, así, para ti solita todo.
Después de todo esto, si tenéis la oportunidad de huir hacedlo, huir, como si no hubiera un mañana, para unos días, un fin de semana o unas horas, huyendo del calor o de uno mismo, de lo que sea que joda más pero huir con el buen tiempo, que en invierno da más pereza, se está demasiado a gusto calentita en el sofá, y el año se hace muy largo hasta que llega otra vez el buen tiempo, y con él de nuevo, las ganas de huir.

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