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Publicar bajo seudónimo (con Laila R. Monge) | David Orell

Publicado el 10 enero 2018 por Kassius9

Publicar bajo seudónimo (con Laila R. Monge) | David Orell

Supón que ya tienes tu flamante libro escrito y revisado hasta odiarlo tanto que quieres pegarte un tiro en la cabeza, pero crees que el éxito y la fama te van a ayudar a pagar las jodidas deudas que carta a carta te recuerdan lo pobre que eres. Sin embargo, no quieres que tu nombre te robe la libertad y el goce de pasar desapercibido entre la gente cuando salgas a comprar el pan. Tampoco te pone cachondo esa idea de ver tu cara en el lateral del bus en el que se te anuncia como la novedad literaria del año.

Vamos a ver, angelito mío, eres un escritor novel, así que baja el culo de las nubes. Hay una solución: usar un seudónimo.
No, no me mires así, aunque ahora me conozcas por mi nombre real, no hace muchos años atrás, utilizaba un «nombre de escritor» para no mezclar una cosa con la otra.

Al grano, que mi opinión personal la explicaré más abajo. Prefiero que antes te detengas a reflexionar un poco acerca del uso del seudónimo. Respecto a esto hay muchas respuestas de diversas opiniones. Lógicamente, cada uno tiene sus propias razones que van desde la humildad, la timidez, o porque prefiere no asociar una cosa con la otra —igual escribes porno friki y trabajas como jefe de sector de una multinacional, por lo que no te conviene casar las dos facetas por muy cool que te parezca—. También existen motivos de peso como las culturales, religiosas, pasados delictivos… ¡qué sé yo! En realidad, hay tantas variables que son imposibles de enumerar.

Como decía hace un momento, yo era uno de los que tiempo atrás pasaron de usar un seudónimo a usar mi verdadero nombre. Bueno, Orell es mi segundo apellido y determiné utilizarlo porque suena mejor que el primero, que por cierto me da vergüenza, y asco, y porque no me mola nada.

Si prefieres utilizar tu propio nombre,  ¡enhorabuena! Creo que es mejor así, te evitas líos, confusiones y desdoblamientos de personalidad. A mí me verás con el mismo nombre en Instagram, Twitter, etc.

Si de lo contrario, como escritor novel que eres, no te has decidido porque no sabes qué nombre elegir, te recomiendo leer este artículo de Inteligencia Narrativa, este otro de Excentrya y este de Cris Mandarica, estoy seguro de que te echarán una mano. Explican mejor que yo todas las bondades del seudónimo y te darán algunas ideas para encontrar el más idóneo para ti.

El motivo por el cual te lleve a tomar la decisión de utilizar un seudónimo debes tenerlo claro, no debes estar cambiándolo continuamente porque no te va a beneficiar, es mi recomendación. Por experiencia personal te puedo garantizar que al variar tanto de nombre, acabé perdiendo credibilidad y como consecuencia de ello, los pocos lectores que tenía asegurados se largaron. Hubo, además, otros factores que se añadieron a otros tantos que ya publiqué anteriormente. Sí, ya sé que habrás leído historias de J. K. Rowling o Stephen King, por mencionar a un par de ellos, en los que en un momento determinado han publicado con un seudónimo. No te compares, primero céntrate en encontrarte a ti mismo y forjar tu carrera de escritor con un nombre, real o ficticio, con el que te sientas cómodo.

Hace ya unos meses, me llamó la atención el caso de una escritora en la que, primero exponía su situación personal, y luego solicitó ayuda para elegir un buen seudónimo. ¿Qué ocurría? Pues que sus argumentos eran mucho más sólidos que los de los otros que había leído. Además, en su vida personal y todo cuanto gira a su alrededor, son otros factores que la llevaron a la determinación de usar un nombre ficticio para su faceta de escritora.

Laila R. Monge ha venido al blog para explicar por qué utiliza un seudónimo en lugar del suyo propio.

Publicar bajo seudónimo (con Laila R. Monge) | David Orell

Soñadora, llena de ilusiones y luchadora hasta la saciedad. Así soy yo. Mamá de tres pequeños que llenan mi tiempo de alegrías y momentos de locura. Curiosa, deseosa por conocer y explorar. Amante de los refranes y fiel a mis principios. Albaceteña, pero alma libre que vuela según el viento. Apasionada de los idiomas y la cultura.
Si he llegado hasta donde estoy es gracias a mi incansable necesidad de luchar por lo que creo. Y por eso, en un arrebato adolescente, mi interés por el islam me convirtió en un bicho raro, apartado y solitario en busca de encontrar mi propio yo.
Lo diferente puede ser más interesante.
Hace tiempo me propuse romper con ciertos mitos, y aquí estoy, luchando por conseguirlo, porque ser una mamá ocupada no impide buscar tiempo para mí. Porque ser una mujer casada no es un obstáculo para seguir haciendo vida propia. Porque ser musulmana no me detiene para ser yo misma. Y porque, aunque la sociedad y mi entorno más cercano no me apoyen en mis propósitos, yo creo en mí.

¿Por qué decidiste usar un seudónimo?

En algún momento de mi vida, allá por los 20 años, me di cuenta de que mi vida tomaba otro rumbo.
Para separar un poco el pasado, quise elegir un otro nombre para ese nuevo yo: Laila.
Podría decir, entonces, que utilizo también un seudónimo en la vida real, aunque no habitualmente ni de manera general.

Como escritora, tengo muy claro que quiero usar seudónimo. No para ocultar mi identidad, sino porque yo soy mucho más que mi nombre.
Mis apellidos fueron motivo de burla en el colegio, hasta tal punto que nunca me sentí cómoda al pronunciarlos —sí, el bullying  tiene graves consecuencias psicológicas—. Y en cuanto al nombre, Raquel no me disgusta, pero tampoco lo es todo para mí.
Por eso, y de cara al público, me siento mucho más cómoda utilizando un nombre que yo haya elegido, que no me traiga malos recuerdos, y que tenga ambas partes de mi: la real, y la que yo elegí.

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Elegir un seudónimo no es tarea sencilla, hay muchos factores que entorpecen o dificultan la decisión. ¿Cual o cuáles fueron los criterios que utilizaste para dar con él?

Como se suele hacer, aunque muchas veces de manera equivocada, recurrí a Google en busca de información: cómo elegir un seudónimo.
Tras leer varias páginas, me di cuenta de que, la mayoría, usaba algo para ocultar su identidad.
Nombre de un personaje + apellido de otro.
Iniciales + mezcla de apellidos.
Apellidos de los antepasados.
Etc.
Y entonces comencé a hacer mezclas: tres letras de cada uno de mis apellidos, los apellidos de mis hijos, mi nombre con un apellido inventado, mi segundo nombre con mi apellido…
Pero yo no quería esconderme, sino más bien modificarme. Añadir algo que forma parte de mí, porque sin eso ya no soy yo.

Imagino que descartaste muchas opciones, ¿cómo fue el proceso?

Empecé a hacer una lista con los seudónimos que podrían ir bien para mí.
Al fin y al cabo, no quería ser alguien anónimo ni ocultar mi identidad, sino encontrar algo con lo que me sintiese cómoda.
Después de muchas vueltas, no terminaba de convencerme. Y, como cuatro ojos ven más que dos, decidí que lo mejor era pedir opinión a un grupo de escritores.
Hice una encuesta en la que plasmé esa lista de seudónimos que tenía, la publiqué en dos grupos de Facebook, y pedí votación y opiniones.
Con las opiniones iban llegando también nuevas sugerencias, y poco a poco se ampliaba la lista de seudónimos posibles y los votos.
Y así, de verlo una y otra vez mientras se mantenía como el más votado, acabó por gustarme el seudónimo más fácil y que, en un principio, no hubiese elegido: mi seudónimo habitual, la inicial de mi nombre, y mi primer apellido.

Las circunstancias personales no son iguales para todo el mundo, claro está, y en tu caso, sobre todo con el tema que reflejas en tu novela, ¿qué puedes decir para otros escritores que se encuentren en la misma situación?

Pienso que, las vivencias de cada uno, dan para mucho. Esa es la base de cualquier historia.
Sea personal, como en mi caso, o no, pero toda historia está inspirada en algo.

He sufrido acoso desde que tengo uso de razón.
Primero en el colegio, con la maldad de los niños que ven graciosos tus apellidos y sacan motes a cualquier hora.
Luego por ser buena estudiante, por ser inteligente, que siempre fui la empollona de la clase.
Y ya, por si tenía poco, salí rana. Soy el bicho raro de la familia, la oveja negra de todo un pueblo.
Tenía dos opciones: o me amargaba la vida por los comentarios de los demás, o los afrontaba con la cabeza bien alta sacando partido a todo eso.
Y, claro está, elegí la segunda opción.
Puede que no haya tenido una vida fácil, puede que mi historia no sea un cuento de hadas con final feliz —o sí—, pero aquí sigo, luchando por defender lo que creo y por hacer aquello que me gusta, y saltando todas las piedras que me encuentro en el camino. Porque aunque nadie crea en mí, aunque me critiquen, aunque se rían de mí, yo sé que puedo con esto y con más.
Y ese es mi consejo para cualquiera que se encuentre en mi situación: que persiga sus sueños sin importar lo que diga el mundo, y que demuestre de lo que es capaz y lo mucho que vale a pesar de no haber contado con el apoyo de nadie.

¿Existe la posibilidad de que en el futuro publiques alguna novela con tu nombre verdadero?

Dudo mucho que publique algo con mi nombre.
Me siento cómoda con algo que yo he elegido y no me han impuesto. Pero esas cosas nunca se saben, igual algún día cambio de parecer.


Mi agradecimiento a Laila R. Monge por el tiempo prestado y por soportarme en no sé cuantas conversaciones 😛


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