Mercedes Pinto Maldonado
308 páginas
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En la esperada segunda parte de Cartas a una extraña, Berta regresa a Londres para recuperar su vida, sobrecogida aún por lo sucedido tras la muerte de su madre.
Ahora no solo sabe quiénes eran en realidad su madre, su hermana y su querida tata, sino que también ha descubierto que tiene una sobrina de nueve años y conocido las mieles de un amor imposible plasmado en las cartas de un desconocido, un pintor misterioso que vive junto a un lago en Estados Unidos y al que finalmente pudo ver por un instante en París.
Berta no tardará en darse cuenta de que su rutina londinense ha perdido todo sentido, no puede olvidar al pintor ni a la sobrina que ha dejado atrás; en España aún le quedan tareas por concluir. Es entonces cuando decide regresar de nuevo y empezar de cero para recuperar el tiempo perdido y sanar las heridas que aún siguen abiertas. Pero el peligro que la persiguió en el pasado vuelve a acechar sus pasos a la espera de dar el zarpazo definitivo.
Como ya comenté en la reseña de Cartas a una extraña, Mercedes Pinto tiene una prosa que me tiene conquistada. Su forma de bordar palabras es cuidada, delicada, deliciosa... Mercedes escribe bien, ¿qué digo bien?, escribe ¡muy bien!, y con esos bordados compone historias. Con Maldita me conquistó pero con Cartas a una extraña... no sé... me faltaba algo y, además, el romance principal no me convencía.
Fuente
Por eso me moría de ganas de leer Mensajes desde el lago, su secuela. Tenía la esperanza de que me ayudara a contactar plenamente con Berta y Saúl, absolutos protagonistas de esta historia, con sus circunstancias y con sus misterios. Deseaba esta lectura también para saciar mi curiosidad con respecto a algunos secundarios que sí me habían simpatizado totalmente y, ¿cómo no?, para sacarme la espinita porque, ¿qué queréis que os diga?, Mercedes tiene un trato tan cercano y agradable en las redes que... no estar en plena comunión con sus novelas parece que da rabia.Así que me puse a ello. Me metí de lleno en la versión que en esta historia Saúl nos tenía que contar, y en el cómo continuó la vida de Berta después de abrirse la caja de Pandora de su vida. Y es que, en Mensajes desde el lago se entretejen dos hilos temporales: por un lado el pasado, lo que sucedió en la vida de Saúl desde el momento en el que Berta dejó de leer sus cartas y por tanto dejamos de saber de él, hasta el presente. Y por otro lado, la actualidad: la vuelta de Berta a Londres y su rutina, y todo lo que va aconteciendo a partir de entonces.
Échale un ojo
En esta segunda parte no sólo conoceremos más a fondo a Saúl y su vida, sino que Mercedes seguirá tirando del hilo de la historia familiar de Berta y de cómo se van resolviendo las cuentas pendientes de ésta familia con la justicia.Como ya os comentaba anteriormente, los secundarios también tendrá su momento de gloria. Ganarán en protagonismo y el lector en interés por su propia historia que, aunque ligera, nos evade un poquito de la trama principal generando interés por algo más que por Berta y Saúl.
Es importante dejar claro que debe leerse Cartas a una extraña para poder disfrutar de Mensajes desde el lago, puesto que este título es totalmente dependiente del primero. Es dependiente y, tengo que decir, el complemento perfecto. Su lectura me ha hecho pintar una visión global de la historia que poco tiene que ver con la parcial que tenía. Sigue pareciéndome demasiado intenso el amor que nace en Berta hacia Saúl sólo por la lectura de unas cartas, aunque... no sé, supongo que una vida carente de amor de cualquier tipo le ha hecho ansiar el amor que Saúl profesaba. No obstante, todo queda en mi opinión tan bien atado, tan bien tejido, que eclipsa esa pequeña aspereza.
En definitiva, esta novela ha cumplido para mí su cometido: he conectado un poquito más con Berta y muchísimo más con Saúl, y he disfrutado de la evolución de los secundarios. Creo que Mensajes desde el lago es un magnífico broche final que mejora mucho la visión en conjunto de esta bilogía.