Revista Literatura

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Publicado el 18 febrero 2012 por Beatrice
    Apagó la colilla y volvió a detenerse para servirse un whisky que bebió de un solo trago. Después continuó, sin mirar a la chica directamente, pero dirigiéndose a ella.
    –Aunque solo sea un maldito efecto placebo... trajiste un poco de aire fresco a este tugurio. Haces que, por un segundo, las cosas parezcan tener solución y que todo sea posible. – llenó otro vaso y también lo vació se un trago. –Además, no te quita ojo de encima.
    –¿Qué? –apenas comprendía el rumbo que había tomado aquella conversación.
    –Vamos, no me digas que no te has dado cuenta. Parece que eres la debilidad del jefe. –seguía llamándole así, por costumbre, aunque ahora el jefe fuera él.
    –Estás borracho. –movió la cabeza en desaprobación y se giró hacia la puerta con intención de abandonar aquella habitación antes de escuchar más tonterías. –Muchos aquí agradecerían que dejases de beber por un minuto y te replanteases la situación.
    Dio unos cuantos pasos hacia la salida y cuando se disponía a accionar la manivela se detuvo en seco, sorprendida más por el tono de voz abatido y sincero que por las palabras que oyó.
    –No me extraña que le gustes, eres preciosa.
(no tiene etiqueta, a ver si adivináis quienes son los personajes)

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