Revista Literatura

#49 LA RASTREADORA de Antonio Lagares

Publicado el 25 abril 2013 por Anuca @ideaspalabras
«La mente es un laberinto sin salida para cualquier elemento perturbador que intente profanarla»#49 LA RASTREADORA de Antonio LagaresLA RASTREADORAAntonio LagaresAmazón264 páginasISBN-10: 1613700016ISBN-13: 978-1613700013
La mente es un laberinto sin salida para cualquier elemento perturbador que intente profanarla. Para Élyran, la rastreadora no lo es. Ella consigue extraer de lo más profundo lo que nunca queremos recordar… Todo lo que tratamos de ocultar a nuestra conciencia.Élyran tiene una nueva misión: rastrear la mente de Miguel, un vagabundo que permanece aferrado a estar siempre cerca de una iglesia ¿Lo logrará?Luego de cuatro ediciones del libro Obsesión. Relatos entre el amor y el odio, el escritor español Antonio Lagares retoma con la novela La Rastreadora el tema de la porosa frontera de la mente humana entre el bien y el mal, entre la demencia y la cordura.

No tenemos más que encender nuestro televisor a la hora del telediario para espantarnos con los sucesos que acontecen cada día en cualquier punto del globo. ¿Cuántas veces nos hemos preguntado en voz alta?... «¿cómo puede haber cometido esa atrocidad y estar ahí como si nada?, ¿cómo puede dormir por las noches después de lo que ha hecho?» . Si buscamos el término conciencia en el diccionario encontraremos varias acepciones, pero voy a destacar una: «conocimiento interior del bien y el mal». ¡Cuántas veces hemos llamado loco o individuo sin conciencia a un asesino... terrorista...! Miles. Cómo funciona la mente de estas personas es un misterio para los que no concebimos la ejecución de cualquier tipo de barbaridad. Y La rastreadora centra su acción en eso, en una mente perturbada... "desajustada"... que ha sido capaz de maltratar su conciencia hasta encerrarla en los más profundo de su inconsciente.
La historia comienza presentándonos a Miguel, protagonista masculino. Y nos lleva concretamente al momento en que su hermano fallece ahorcado a causa de un...  ¿accidente? Desgracia que cambiará la vida de su familia y la suya propia. Una vez resumidos los años sucesivos y por tanto puesto el lector en antecedentes de lo que ha sido la vida de Miguel desde la muerte de su hermano, Élyre entra en escena. Élyre es rastreadora de mentes "desajustadas", una vez detectada se la entrega al Ajustador para proceder al ajuste, valga la redundancia, necesario en ella. Como siempre, el rastreo ha dado sus frutos y esta vez el objetivo es Miguel, iniciándose a partir de ese momento una lucha, a veces incluso física pero fundamentalmente dialéctica, entre una mente llena de escondrijos y callejones sin salida y los profesionales encargados de que esa mente se humanice y por fin haga penitencia de los horrores que ha dejado a su paso.
Llevo algunos meses leyendo reseñas sobre esta novela y todas coinciden en que es una historia, cuanto menos, rara; y no puedo estar más de acuerdo.La rastreadora te deja con frecuencia los ojos como platos intentando asimilar tanta información y tan extraña. Pero echando la vista atrás tras la lectura, me ha resultado relativamente fácil intuir la razón por la cual a tantos lectores nos deja un tanto descolocados, sobre todo en su primera parte: en mi humilde opinión, las metáforas que recoge... las personificaciones de conceptos... nos dificultan la comprensión hasta que conseguimos descubrir qué representa ese sentido figurado o qué están personificando determinados personajes. En mi caso concreto, en el momento en que pude hacer la correspondencia todo cobró sentido. La historia es compleja pero es que... la temática es ¡mucho más que compleja! ¿Cómo plasmar de forma novelada el funcionamiento de una mente que no va al mismo ritmo ni engrana de la misma forma las piezas que la componen? Creo que es todo un reto y aunque esta prenda de Antonio Lagares me ha dejado un tanto descolocada sin saber bien qué opinar, alabo la valentía de esta aguja y en el fondo, teniendo en cuenta la dificultad, el resultado también.
La prosa de Antonio utiliza un registro muy coloquial y la mayor partes de la veces muy agresivo también. Estamos antes una historia en su mayor parte dialogada, cuyos diálogos son duros por su forma (emplea muchas palabras malsonantes) y su contenido. La disputa continua recogida en estas 264 páginas me ha dejado exhausta, y una situación concreta íntimamente ligada a los malos tratos me ha impactado por su rudeza y su exposición al lector sin ningún tipo de paliativos.  Es cierto que la abundancia de diálogos siempre agiliza la lectura, pero tengo que decir que a veces este intercambio dialéctico me ha resultado un tanto repetitivo y estaba deseando que por fin salieran de ese círculo vicioso que parecía no romperse nunca. El trabajo que tiene que llevar a cabo el Ajustador no es sencillo y a veces la misma dificultad se estira o se repite demasiado.
La ambientación no está excesivamente trabajada, pero en realidad, en mi opinión, no es importante pues el meollo de la cuestión no se encuentra en el entorno del protagonista sino en su interior. Creo que cualquier descripción detallada fuera de los personajes no habría aportado mucho a la historia. Y sí, los personajes son presentados con más detalle porque ellos sí son importantes en esta novela. No han hecho falta muchos y la acción gira fundamentalmente en torno a Élyran, Miguel y Graus (compañero de Élyran y Ajustador).
En definitiva, es de esas prendas que uno no se atreve a recomendar por lo diferentes que son los tejidos empleados en su confección, pero que a la vez despierta el deseo de que otros lo lean para intercambiar impresiones y destripar el  significado del calor que ha dejado en nuestro cuerpo. Así que... ¡en vuestras manos lo dejo!, y si os animáis... ¡contadme!

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