REFLEJOS DE BISTURÍManuel Salas Guerrero
Colección: Círculo rojo - Novela344 páginas
ISBN: 978-84-9030-869-1Edición Rústica con solapasEditorial Círculo rojo
Una serie de asesinatos rituales desencadenan la preceptiva investigación que recae sobre la policía y sobre una forense de carácter algo peculiar y de verbo afilado. A la vez que se suceden los acontecimientos se va modificando la visión que tiene de sí misma y su planteamiento vital. Esta investigación se enmarca en una descripción realista de la medicina forense actual y mantiene una inquietante tensión oscura durante toda la trama desencadenando en un final sorprendente.
«He bajado a los confines del infierno, he visto los ojos del miedo, la sonrisa de la maldad. En mi trabajo he respirado el odio de las personas, pero también he subido al cielo, me ha besado la dulzura de una madre acariciando a su hijo, el protector abrazo paternal de un hijo a su padre demenciado, o donar la vida para que otro la conserve. Convivo con la mentira, la falsedad, la simulación por beneficio económico y con todas las distorsiones del pensamiento, las ideas y la percepción.Pero vivo en la realidad de la vida, no en los personajes de las series de televisión, donde la figura del forense o está ridiculizada o exaltada bajo un prisma totalmente vacuo y sin fundamento»Ana Manso
Escribir esta reseña no es tarea sencilla. No, no lo es porque Reflejos de bisturí es una novela que me ha dejado un sabor agridulce. Sí, agridulce, y cuando eso ocurre no sé cómo enfocar mi opinión para que quede patente tanto el disfrute como la decepción a partes iguales. En fin, allá voy, espero que la cadeneta de mis pensamientos finalmente quede bien tejida.
Reflejos de bisturí no es más que la narración en primera persona de un capítulo especialmente difícil de la vida de Ana Manso, un capítulo que fue un antes y un después en su vida. Médico forense con una rutina profesional relativamente tranquila, se ve inmersa en la investigación de una serie de asesinatos que parecen compartir autoría. Huérfana y viuda, vive amargada y borracha de dolor por la pérdida, lo que la convierte en una persona antisocial e incluso desagradable y prepotente en el trato. Íntegra, mordaz, sin pelos en la lengua, no deja a nadie indiferente.
Si algo tengo claro es que la gran virtud de esta historia y a la vez puede que su mayor defecto, es su magnífica prosa. Manuel emplea un lenguaje cuidadísimo, lleno de metáforas y palabras pulcramente seleccionadas poco empleadas en nuestro habla coloquial, lo que convierte la lectura en una experiencia muy agradable.
«Una lágrima nació en el útero de mis ojos y trémula al contacto con el airegritó enmudecida por el sufrimiento ajeno y propioal saberse moribunda en ese mismo instante.Sabía que su corta vida consistía en una caída libre hastaacabar diluida en los restos de café, que yacía moribundo en el fondo de la taza,frío como uno más de los fenómenos cadavéricos y postrado formaba los últimos posos en agónico final»
Y os preguntaréis... ¿dónde está la parte negativa? Pues que, en mi opinión, este aspecto ha sido un arma de doble filo. Por un lado, el abuso de perífrasis para llegar transmitir una idea o su adorno en exceso a veces me alejaba del meollo de la cuestión. Por otro lado, es abundante la jerga forense. Durante la lectura se encuentran muchísimos términos científicos que, aunque en la mayor parte de las ocasiones son explicados, otras veces quedan a la interpretación del lector que, si es profano en anatomía, ya podéis imaginaros el resultado.
«Las livideces estaban formadas, fijas y confluentes en la parte dorsal del cuerpo,de mayor extensión que las habituales, con ligeras petequias o hemorragias puntiformes facialesy subfusiones hemorrágicas oculares de mayor tamaño a nivel de la conjuntiva derecha»......«Sentí que disminuía la tasa de cafeína en mi sangre, por lo que se me instalaba una cefalea intensa de predominio frontal y retroocular como síntoma principal del síndrome de abstinencia. Ello, a mi parecer, era una eximente completa y a todas luces justificada de mi conducta relativa a abandonar mi despacho, que no a los lesionados, en pos de la máquina de café situada estratégicamente en la recepción de entrada a los juzgados»
Además, esta prosa tampoco ha favorecido en absoluto a los diálogos que, a veces, parecen más monólogos de uno de los interlocutores y que prácticamente siempre giran en torno a disertaciones acerca de la vida... del trabajo... He echado de menos interacciones más dinámicas entre los protagonistas quienes, además, no percibí con personalidades diferenciadas que se revelaran en sus intervenciones (pues prácticamente todos desplegaban el mismo registro culto al hablar) sino que más bien se conocen por la opinión, sesgada por subjetiva, que de ellos nos regala Ana Manso, la protagonista.
Estoy de acuerdo con que no siempre un diálogo debe recoger un registro relajado, eso es algo que simplemente impone la situación comunicativa y unas veces lo hace pero otras no. Pero sí he echado de menos una mayor toma de turnos, un mayor coloquialismo... al menos en alguna que otra parte de esta historia, pues creo que es un aspecto que humaniza a los personajes, los acerca más al lector y le permiten identificarse mejor con ellos. También estoy de acuerdo en que, al tratarse de un narrador en primera persona, este tipo de lenguaje es una característica propia de nuestra protagonista, un instrumento más para definirnos su personalidad, y cómo tal debemos considerarlo; pero, insisto, he echado de menos un cambio de registro a la hora de relatar determinadas situaciones en las que intervienen otros personajes.
Todo esto hacía que no sintiera esa "inquietante tensión oscura" que nos promete la sinopsis. Las reflexiones acerca de temas de actualidad y la exhaustivas explicaciones forenses, me sacaban de la historia. No digo que no fueran interesantes ni que no me hayan gustado pero... me alejaban de la acción y por tanto relajaban cualquier mínima tensión que pudiera haber acumulado.Pero por favor, que esta exposición no os lleve a equívocos, Reflejos de bisturí es una lectura diferente con la que se aprende muchísimo acerca del funcionamiento de la medicina forense y se reflexiona acerca de aspectos que están ahora en el candelero. Además, la sucesión de cadáveres y distintos escenarios que deja tras de sí nuestro asesino nos empuja a seguir leyendo con el fin de averiguar quién está detrás. ¿Y qué ocurre cuando lo descubrimos? pues que a pesar de que uno de los móviles del homicida no me ha convencido demasiado, reconozco que la resolución me ha sorprendido y satisfecho y, ya os aviso, podría dar pie a una segunda entrega de nuestra amiga.
En conclusión, he disfrutado de las maravillas que Manuel Salas consigue bordar con los hilos de su mente, pero por otro lado, el desarrollo de la trama no me ha convencido por idénticas razones, tal y como ya os expongo a lo largo de la reseña.
Si os sentís atraídos por el mundo forense y siempre disfrutáis de los repasos mordaces a la actualidad, podéis encontrar aquí una lectura muy interesante^^ Si os animáis, contadme qué tal ha ido ;)
«Nos despedimos bajo la eterna e incumplida promesa de quedar y salir a tomar algo, mientras pensaba que el castellano, el catalán, el gallego, vasco o cualquier idioma que se hablaba eran lenguas que ya se podían denominar muertas. No porque ya no se hablasen, sino por el asesinato constante que padecían tanto verbalmente como mediante la utilización de simplezas y abreviaturas lingüísticas propias de mensajes telefónicos por sms»
---«Me vestí con los pantalones de la corrosiva rabia, me calcé los zapatos de la indignación y el jersey de la ácida ironía que vertía incansable en mi vida por la inagotable fuente de la desesperación y la pesadumbre. Finalicé mi vestimenta para el día perfumándome con el aroma del sarcasmo y la mordacidad para poder soportar el día que se me avecinaba»
---«Finalicé mi asedio a la librería sin ningún botín. Regresé a casa desalentada, pero dando gracias de tener un lugar donde cobijarme y acurrucarme en mi misma, simplemente para pensar al tiempo que un par de lágrimas anegaban mis verdes ojos. La autocompasión era un concepto que no existía en mi diccionario particular. Era llanamente un vocablo con el que no compartía ninguna intersección en la teoría de los conjuntos»
---«Vivir significa sentir un pedazo de eternidad, un fragmento del cosmos en un instante, significa, en tono más intimista, buscar la sonrisa que perdiste en algún rincón de tu interior, buscar esa mirada de pícara inocencia que guardaste olvidada en un cajón»
¿Y vosotros?, ¿lo habéis leído? ¿Qué os parece?