LA BODA DE KATEMarta Rivera de la Cruz
Editorial Planeta400 páginasISBN: 978-84-08-11712-4
Después de que la inesperada reedición de las poco exitosas novelas de su tío la hiciese heredar una pequeña fortuna, la reposada y sensata Kate Salomon vive una existencia plácida en una casa en Ribanova que comparte con dos amigas. Pero el día de su 72 cumpleaños ocurre algo completamente inesperado: Forster Smith, el hombre al que rechazó tres veces y del que estuvo enamorada desde los veinte años, se presenta ante su puerta con un ramo de flores y una oferta de matrimonio.A partir de ahí, la vida de Kate -y de sus dos ancianas amigas- girará en torno a la preparación de esta boda, con la que casi nadie está de acuerdo... en especial la familia de Kate, que teme que Forster Smith acabe con la herencia que esperan recibir. Y mientras ella prepara su vestido de novia, la pequeña comunidad de Ribanova bulle en torno a este acontecimiento singular que no sólo va a cambiar las vidas de los novios.
A veces la vida es muy caprichosa o tal vez nosotros muy tozudos, ¿quién sabe? Pero lo que está claro es que todos hemos sentido en algún momento de nuestro devenir que lo que ansiamos nunca llega, que nos visita en el momento inadecuado o que no se presenta en el modo en que debería hacerlo (lo que nos genera desconfianza que para el caso es lo mismo pues seguimos sin poder atraparlo... disfrutarlo...).
Yo a veces me pregunto: ¿verdaderamente nunca llega o lo hace cuando no debe o de un modo poco acertado? Afirmamos que nunca lo conseguiremos porque la espera tiene un límite en todo ser humano. Sí, confesémoslo: la paciencia no suele estar entre nuestras virtudes, especialmente cuando manejamos largos plazos. Nos desanimamos y creemos que hemos perdido alguna especie de tren si llega cuando no debería o de una forma que nos desagrada y nos hace dejarlo pasar. En definitiva, vivimos en un estado de desesperanza continua pero... con los años he aprendido que aquello que tiene que formar parte de tu vida acaba llegando, tal vez no cuando a ti te hubiera gustado pero sí cuando tenía que hacerlo, y todo lo que hemos vivido o dejado de vivir hasta ese momento nos ha convertido en quienes somos en ese instante. ¿No es lógico pensar que tal vez era necesario ese aprendizaje?, ¿que ser tal y cómo somos cuando lo recibimos era condición fundamental para disfrutarlo? No sé, llamadme loca o enrevesada, tal vez lo que planteo sea un consuelo para tontos pero... no puedo dejar de planteármelo.
La boda de Kate es un canto a que nunca es tarde, a que las cosas llegan cuando menos te lo esperas, a que la vejez no tiene porque ser el final de una vida plena y que incluso puede contener el inicio de algo maravilloso. Nos enseña que sí, que la vida es caprichosa, que mientras hay vida hay que vivir y no tener miedo a disfrutar de lo que nos regala tengamos la edad que tengamos. Sí, este ha sido el calor que ha dejado en mi piel esta prenda, un calor que a priori no esperaba pues, al no haberme arropado nunca con las prendas de Marta Rivera de la Cruz, desconocía qué era lo que podía encontrarme. Ahora ya puedo decir que ha sido muy agradable recorrer los hilos de esta labor y que entra en mis planes repetir con esta aguja.
Estamos ante una historia sencilla, tranquila, que muy probablemente no te enganche desde el principio pues la trama se caracteriza por carecer acción tal y como tal vez podríamos entenderla. No ansías avanzar para conocer desenlaces de intrigas o resolución de problemas, su magia reside en sus personajes. Me ha gustado muchísimo cómo Marta da forma a cada una de las personas que aparecen en la historia: vas saltando entre sus vidas sin apenas darte cuenta y son sus avatares... sinsabores... alegrías... los hilos fundamentales de esta prenda, hilos que se entretejen hasta formar la red en la que se sostiene la novela entera.
Sí, su magia reside en sus protagonistas y secundarios pero también en Ribanova. La boda de Kate pisa varios escenarios fuera de nuestras fronteras: Edimburgo, Londres, Brighton, Nueva York... Pero yo me quedo sin lugar a dudas con la recreación que Marta hace de Lugo, con esa localidad imaginaria basada en la ciudad natal de la autora. La trata con una delicadeza tal... que... desearás pasearte por su muralla, degustar los dulces de la pastelería Pelayo (Confitería Madarro en realidad), visitar el casino o cenar en el Hotel Almirante. ¡Ah! y por supuesto, dejarte caer por la librería Unicornio (propiedad de Kate), porque sí, efectivamente, en esta novela los libros y el oficio de escribir también tienen su espacio. Ribanova recoge un ambiente íntimo... de retiro... familiaridad... que, al menos a mí, me ha agradado muchísimo.
La aguja de Marta, pulcra y sin grandes florituras pero con buenos diálogos y un narrador omnisciente que a veces te roban una sonrisa, me invita a repetir con sus otros bordados.
En conclusión, déjate llevar por estas chicas de oro (¡cómo me han recordado a ellas!): Ana, Shirley y Kate (tan diferentes entre sí y tan armónicas en compañía) si buscas una lectura fácil y tranquila, sin más pretensiones que sentir el calorcito de una historia sencilla y codearte con buenos personajes.
¿Qué os parece? ¿Os tienta?¿La habéis leído?¡Contadme! ;-)Fuente de la imagen