6

Puede que esta sea una de esas pocas veces en que conviene empezar la historia por el final porque, hay veces, que el final es simplemente otro principio. 
   Las luces de la ciudad parpadearon por última vez antes de apagarse. El frescor del amanecer se mezclaba con la humedad brumosa del Sena, rozándolas, poniéndoles la piel de gallina. Llevaban horas paseando por los márgenes del río, desde que cerraran cada bar que encontraban a su paso con la excusa de tomar la última copa.
   Los primeros días de verano parisinos le había pillado de improvisto. Casi había transcurrido un año desde que aterrizase en la ciudad de sus sueños con una idea preconcebida del futuro rondandole la mente. Pero su año allí terminaba de forma totalmente distinta, con todo su mundo planificado hasta la perfección patas arriba. Y con una sorisa en los labios.
   Se agarraron con fuerza las manos, hasta que los nudillos se les pusieron blancos de apretar. Se miraron a los ojos, brillantes y soñadores, por última vez, diciéndose miles de palabras en breves parpadeos.
   El primer rayo de luz cayó muy cerca de ellas, como una tibia señal de que el momento había llegado.
   –¿Crees que deberíamos decir algo?  – la joven morena tembló ligeramente al hablar.
   –No sé que decir...  –titubeó la rubia, sin apenas parpadear para no perderla de vista.  –Estoy muy cansada.
  Alternaron la mirada entre sus ojos y el agua oscura del Sena, y se abrazaron por última vez.
   –¿Qué tal un hasta...?
   –...siempre.
(vuelve el blog con nuevo diseño y nuevas funciones, cualquier cosa que no vaya como es debido ruego que me la reportéis por email. gracias)