Revista Literatura
Tras tres largas horas desde el despegue en el aeropuerto de Heathrow, el avión con el código 7958J de la compañía Air & Fly estaba a punto de aterrizar en el aeropuerto de Barajas.
Los nervios y la impaciencia configuraban el perfil de todos los ocupantes del avión.
Enrique, el comercial que ocupaba el tercer asiento de la segunda fila, y había cogido el vuelo de urgencia, se moría de ganas de poder tomar tierra y coger un taxi rumbo al hospital, para ver a su nueva hija.
Kevin, el estudiante del segundo asiento de la quinta fila, estaba a punto de ver a aquel amor de internet que solo había contemplado en una pantalla.
Y Sara, al igual que sus amigas Esther, Cyntia y Susan (las chicas de los tres primeros asientos de la primera fila) iban a asistir a la boda de su mejor amiga Lydia.
Se puede decir que el avión 7958J, era un avión cargado de ilusiones, incluyendo también a la tripulación.
La señal que obligaba a todos los pasajeros a abrocharse los cinturones comenzó a parpadear.
- Por favor señores pasajeros, les rogamos que se abrochen los cinturones de seguridad dado que en breves instantes el avión comenzará a tomar tierra – Dijo la azafata por megafonía, y acto seguido lo repitió en inglés.
Todos se abrocharon los cinturones, y a la vez que se reducía la distancia entre los distintos destinos de cada pasajero también aumentaban sus nervios.
Finalmente el avión aterrizó con éxito y el finger conectó el avión con la terminal del aeropuerto.
Poco a poco comenzaron a salir todos los pasajeros con sus maletas correspondientes por aquella puerta de cristal de la terminal.
El corazón de Kevin comenzó a palpitar de una forma extraña, era algo que él no había sentido nunca en su vida; quizás porque fuera la primera locura que había hecho por amor, el coger un vuelo a un país al que no había ido nunca.
Las puertas se abrieron de par en par y con la maleta retractilada y con los nervios a flor de piel comenzó a buscarla entre la multitud.
Enrique ya había salido volando hacia las afueras del aeropuerto para sobornar a cualquier taxista a que le llevara al hospital. Y Sara, Esther, Cyintia y Susan habían sido recibidas con una gran pancarta por parte de su amiga Lydia.
Pero Kevin seguía buscándola. De pronto descubrió una sonrisa tímida entre la multitud la cual se le acercó tan rápido como un clavo a un imán y acabaron fundiéndose en un beso que sobreentendía frases de cortesía como: Hola, ¿Qué tal estás?, Yo bien… e iba directamente a trasmitir todo lo que sentían el uno por el otro.
Finalmente Kevin y Nerea, la chica que había conocido por internet, abandonaron el aeropuerto de Barajas, a la vez que lo hacía el avión 7958J de la compañía Air & Fly cargado de nuevos sueños y esperanzas por cumplir.