Revista Diario

A dónde vamos a llegar

Publicado el 25 febrero 2013 por Mamenod
Desde luego, yo no sé dónde vamos a llegar.Recuerdo cuando le oía decir esa frase a mis abuelos, preocupados por la velocidad que tomaban ciertos aspectos de la vida o la relajación en las costumbres por la que serpenteaban otros. Y yo que empezaba la vida y notaba aletear en el corazón los primeros impulsos de la rebeldía, veía en aquella frase dicha con tono dubitativo, una antigüedad propia de la edad de los que hablaban.Por eso, me resulta curioso oírme ahora a mí decir la misma frase, con el mismo tono de duda, sobre todo porque lo que está ocurriendo es justamente lo contrario de aquello por lo que sentía desazón mi abuelo.Si a él le parecía extraño el descaro de la juventud, lo que ahora a mí me sorprende es que intenten someter su frescura a base de palos y amenazas contra la libertad de expresión. Si a ellos les llamaba la atención todos y cada uno de los derechos laborales conseguidos, porque venían de una época en la que parar a comer era considerado flojera o absentismo laboral, a mí ahora me revuelve el cuerpo ver con la impunidad con la que los empresarios están sometiendo a los trabajadores, quitándoles con premeditación y alevosía todos y cada uno de los derechos que en España costó sangre conseguir. Y para colmo de males, si aquellos primeros sindicalistas causaban pudor y miedo con sus reivindicaciones a una generación acostumbrada a callar y mirar al suelo cuando hablaba el jefe todopoderoso, a mí ahora me causa tristeza e indignación ver la connivencia que tienen los sindicatos con los que mandan y cómo juegan a salvar el pellejo del enlace sindical, aunque para ello tengan que llevar a cabo negociaciones con la patronal que en muchos casos rozan la inmoralidad más absoluta.Me oigo a mí misma decir a donde vamos a llegar y me da pena. Me da tristeza porque cuando era joven, yo  también era ingenua y pensaba que algún día, probablemente diría esa frase, sorprendida por el avance que estaría llevando a cabo la sociedad, que a estas alturas, creía yo, sería atronador e imparable. Y fíjate lo que es la vida, quien me lo iba a decir, que mi sorpresa sería precisamente por lo contrario, por vernos volver de nuevo a aquel miedo y a aquella inseguridad con la que mi abuelo había vivido y que como en el síndrome de Estocolmo, le daba miedo abandonar.Es muy triste el pensamiento y desoladora la realidad, porque además, no nos engañemos, este es un camino de no retorno o al menos de vuelta atrás lejana y complicada, conquistada de nuevo con un sufrimiento que a fuerza de manoseado se ha hecho viejo. Y además no nos va a dar tiempo de ser nosotros los que tiremos de nuevo de la cuerda del carro, así que para hacer más duro aun el sentimiento de pérdida, sabemos que es la herencia que vamos a dejar a nuestros niños, esos a los que intentaríamos proteger hasta de la inclemencia del viento y que se van llevar de regalo esta situación a la que hemos llegado por la incompetencia, la avaricia y la idiotez de los que manejan el cotarro.Desde luego, no sé hasta donde llegaremos, pero sí sé dónde estamos y no me gusta.A dónde vamos a llegar

Volver a la Portada de Logo Paperblog

Sobre el autor


Mamenod 622 veces
compartido
ver su blog

El autor no ha compartido todavía su cuenta El autor no ha compartido todavía su cuenta

Dossier Paperblog

Revistas