La torreta ventilador escupe su vómito de aire. A oscuras.
Ajena a la celebración que hay en el salón, me siento en la cama, sola y a oscuras.
No oigo sus risas y voces, sorda y a oscuras.
Me duelen las miradas y hasta el más leve de los pensamientos. Prefiero permanecer a oscuras.
Mi mente vaga entre el ayer y el mañana. No existe el presente a oscuras.
Tengo que volver a tomar con fuerza las riendas de mi vida, si no quiero seguir andando a oscuras.
Voluntad y empuje, orgullo, esfuerzo, sacrificio y valor para no continuar a oscuras.
Hoy me di cuenta de que sólo mi soledad y yo nos abrazamos a oscuras.
Nadie más en mí. Ni siquiera yo misma, respirando a oscuras.
Voy a volver a brillar, por y para mí misma, para dejar de ser, así, a oscuras.
No tengo nada ni a nadie en este pavoroso infierno a oscuras.
A partir de mañana renaceré, aunque no te guste, no me ames o no me reconozcas al no hallarme, ya, a oscuras.
A partir de mañana. Sí. Porque hoy soy esa sombra que llora y muere a oscuras.