Volé tan alto que roce el sol,
bucee tan profundo que toque la arena,
sentí abrazar el agua mi cuerpo,
amé sin saber que amaba,
deleitó el roce del viento mi piel,
quemó mis alas el sol.
Quede sin más expuesta al huracán,
a la resaca del mar.
Entre las redes de los pescadores,
me perdí.
Sin rumbo, sin luz.
Vació la lluvia sobre mi,
más no limpio mi alma,
desbordó momentos.
Los finos granos de arena,
cerraron poros
pero no cesó el lamento.
Inhóspito terreno baldío fue mi cuerpo,
desde ese momento.
Sueños aciagos, pozos entrañaron
extraños aconteceres,
volvieron a reveses,
motivos aparentes,
amores, sin sabores,
rutinas que se envuelven,
en hipócritas paladares,
sin más devuelven el sentido
para fluir de nuevo,
la vida.
El alma sólo despierta,
cuando uno lo desea,
mientras, espera y desborda,
tal vez lo necesitas.
Marijose.-
Vídeo de