Tradicionalmente asociado con la castidad, el término virgen alude a la cualidad de la persona que no ha tenido relaciones de carácter sexual. Las religiones monoteístas patriarcales han atribuído a las mujeres esta condición como sinónimo de incorruptibilidad hasta el momento de contraer matrimonio, en el que las sábanas manchadas de sangre darían cuenta de haber preservado hasta la noche de bodas la pureza de su cuerpo.
Pero el vocablo en épocas precristianas presentaba una connotación antagónica en cuanto a su significado, porque se refería a la voluntad de permanecer fiel a la propia naturaleza, a la vocación incorrupta de respetar sin hesitación la verdad íntima y proceder en consecuencia. El arquetipo de la virgen entonces, lejos de reducirse a una mujer sumisa que se preserva para su marido en el aspecto sexual, se ha de centrar en la integralidad propia, en la realización de los valores y deseos que nacen de la independencia sin perjuicio de las relaciones amorosas que se entablen en absoluta libertad.
Artemisa, la diosa de la caza y de la luna que plena de juventud e intrepidez vagaba por los bosques acompañada de ninfas y animales armada con un arco de plata, era la deidad venerada por las amazonas, las legendarias guerreras comandadas por Hipólita entre otras bravas soberanas; valga como ejemplo Mirina, que habría llevado al triunfo a su femenino ejército contra enemigos de fuste como atlantes y gorgones. La leyenda ha ampliado el territorio de las amazonas desde Asia y Turquía hasta América del Sur, donde habrían sido avistadas por Francisco de Orellana en Brasil y por Antonio Pigafetta, cronista del expedicionario Magallanes, en las proximidades de la isla de Java, donde el viento era el encargado de fecundarlas.
Y la elección de Artemisa como faro y guía no era caprichosa, porque esta diosa multifacética encarna la pluralidad de roles que puede desempeñar una mujer, ya que a la par de protectora de doncellas y partos, compañera de los animales y guardiana de la tierra y los bosques, representa la naturaleza fluida del agua en consonancia con los ciclos de la luna. Porque Artemisa concita el valor de la soledad y de la preservación de los espacios internos, así como la necesidad vital de conexión con la naturaleza y la intuición. Entre las múltiples hierbas utilizadas por los antiguos, aquella que lleva su nombre no sólo alivia dolores e infecciones sino que ha sido empleada en ceremonias mágicas para purificar cristales y piedras.
Antípatro de Sidón describió en Antología griega la impresión que le causara el Templo de Artemisa, una de las siete maravillas del mundo antiguo que se erigía, imponente, en Éfeso: “…cuando vi la casa de Artemisa, allí encaramada en las nubes, esos otros mármoles perdieron su brillo, y dije: aparte de desde el Olimpo, el Sol nunca pareció jamás tan grande…” La solitaria columna que ha permanecido en pie fue registrada por la cámara de Juan en ocasión de nuestra visita a las tierras de la diosa.
Bendito viernes
Cornelio Agrippa atribuye a Venus la ascendencia sobre el agua, el aire y el día viernes, aquel en que el flujo de las obligaciones se va diluyendo lentamente hasta volver a renacer, con ímpetu, en las primeras horas del lunes regidas por la marcha silenciosa de la Luna. Lo cierto es que Veneris Dies también se encuentra regido por determinados sabores como el dulce y, en caso de líquidos, por la untuosidad característica de ciertos vinos suaves.
El viernes es el primer día de la semana y aquel en que el sol se levanta según proclamó Mahoma, constituyéndolo en santo para el Islam. Un viernes Dios creó al primer hombre y también un viernes lo expulsó del Paraíso, eligiendo el mismo día para instaurarlo en la Tierra. Y, siempre conforme al Islam, Quyamat o la destrucción del mundo como lo conocemos llegará, indefectiblemente, un viernes.
Consustanciadas con la metafísica de Agrippa en detrimento del presagio funesto del Islam, también un viernes nos reunimos por la noche para celebrar la llegada del fin de semana. Con la mesa vestida para la ocasión fuimos recibidas en la atmósfera cálida preparada por Marcela y degustamos una pluralidad de sabores diversos. Sin embargo, para no desobedecer los influjos del Veneris Dies, el vino mendocino fue untuoso y suave y los dulces ampliamente celebrados en el momento culminante de la cena.
Testeos ingrávidos
La palmera Mauritia flexuosa es fecunda en un fruto que los pueblos originarios del Amazonas denominan buriti, en tanto que la madera y hojas han sido empleadas para construir viviendas y objetos. El fruto, que ha alimentado a generaciones de habitantes de uno de los ecosistemas más bellos del planeta, se caracteriza por una pulpa amarilla y oleaginosa, de la que se extrae un aceite rico en ácidos esenciales y vitaminas.
Arte dos Aromas es una línea de productos naturales originaria de Brasil, cuya filosofía se basa en preservar el medio ambiente y emplear ingredientes orgánicos sin perturbar el equilibrio de la naturaleza. El jabón líquido de buriti, hidratante y revitalizador de la piel, es un eficaz reparador, se encuentra libre de fragancia y resulta tan liviano como confortable.
Como broche de oro, Bath and Body Works combina peras y frutillas en Pearberry con un fondo almizclado para perfumar suavemente la piel. La fragancia de la crema para el cuerpo es delicada y persistente, una nota confortable para culminar el día envuelta en la ingravidez frutal de Pearberry.