Amalia se revolvía inquieta en la sala de espera. Después de cinco largos años esperando poder adoptar un niño, sólo era cuestión de minutos, que por fin lo pudiera abrazar como hijo suyo. Había resultado ser una larga espera. Entre cuestiones administrativas e informes de idoneidad habían sufrido un calvario. Pero hoy, era el día soñado.
La puerta comenzó a entreabrirse. Enseguida apareció el pequeño Fran. Tan pronto éste alcanzó a verla, se dirigió hacia ella para abrazarla. Amalia notó como una inmensa alegría la envolvía. Cuando lo tuvo entre sus brazos lo abrazó y besó, mientras el niño sonreía por el placer de sentirse querido.
Al llegar a la casa, el pequeño comenzó a corretear por ella. De pronto, se detuvo ante el pesebre iluminado. Amalia se le acercó, lo puso en su regazo y le contó un cuento. Éste no podía ser otro, que el de la Navidad. El niño algo inquieto, la preguntó
-Mamá...ese bebé ¿soy yo?
- Para mí, sí que lo eres. Hoy me siento como madre, llena de ilusión y amor. Como todos los años, aquel suceso ocurrido hará más de dos mil años en Belén, se volvía a reproducir como el eco entre las montañas.
* Este texto ha quedado como 3er. finalista en el Concurso “LA NAVIDAD” de Letrasconarte