Revista Literatura
Análisis de la regla de san benito
Publicado el 01 noviembre 2013 por Farranz
Una mirada a la sociedad del momento histórico en que fue escrita. La Regla de San Benito fue y es una propuesta para la existencia humana, un camino de perfección, pero envuelta toda ella de sentido humano y caridad hacia el prójimo. (Luis Suarez) San Benito fue el gran reformador de todo el monaquismo de oriente. Organizó una comunidad de monjes con una estructura estable a la que dio una guía: LA REGLA. Ésta es un documento humano, comedido y práctico inspirado en la civilización humana. “Ora et labora” es la máxima sobre la que San Benito funda sus monasterio. El monje es alguien que busca a Dios en su vida. Volviendo la mirada hacia Montecassino, en los que el San Benito fue abad, podríamos intuir a un joven que huyendo de la dureza de la vida, se sintió atraído por la primera enseñanza del maestro al que aspira poder seguir sus pasos. Sin embargo a la llegada al monasterio, tendrá que esperar cuatro o cinco días antes de que se le abra la puerta, ya que es necesario garantizar su vocación. La aceptación de una persona que quiere ingresar en la vida monástica debe ser acreditada mediante pruebas de sus virtudes, como la perseverancia, la paciencia y su carácter desprendido. Luego se postrará de rodillas ante cada uno de los monjes y entregará a los pobres o al monasterio sus bienes, para hallarse desprendido de las cosas terrenales. Se preparará durante un año para la prueba definitiva antes de pronunciar los votos. El monje renuncia a todos sus bienes presentes y futuros. “Voto de pobreza” No es carencia de medios. Sino virtud de desprendimiento. Pero dentro de este voto figura la obligación de ganarse la vida, bien intelectualmente o colectivamente con el trabajo de sus manos. Asume que ha de hacer lo que le es mandado. “Voto de obediencia” Renuncia a todo el `placer que no venga concedido por el espíritu. “Voto de castidad”. Ni una carta ni regalo pueden venir del exterior sin permiso o conocimiento del abad. En los monasterios, la hospitalidad es muy importante, ya que se dispensa al peregrino la misma hospitalidad que se daría a Cristo. Estos centros no sólo fueron importantes en la propagación de la Fe y consolidación del cristianismo, sino que sus aportaciones favorecieron la transmisión de la cultura y en la organización del territorio. Así mismo creó unas relaciones estables, fomentó el cultivo de nuevas tierras desérticas hasta el momento y la introducción de las técnicas de cultivo. Como partes importantes o necesarias en el monasterio destacamos: El oratorio, lugar donde se consumen las horas dedicadas al Opus Dei. El refectorio, lugar de convivencia de hermanos con hermanos. La hospedería, lugar donde se cumple la ley de la hospitalidad, pues nadie que llegue a la puerta de un monasterio puede ser despedido. Más tarde será la Biblioteca, la que se incorporará a este núcleo de lugares necesarios. El monasterio necesita poseer un dominio, en donde están los campos que los monjes cultivan o que entregan a los campesinos, que en contraprestación pagan una renta en especie. Todos los productos procedentes de los trabajos de los monjes, saldrán al mercado por los cauces normales. Siguiendo con la recomendación de San Benito, los precios se deberán ajustar de manera tal, que siempre sean inferiores a los existentes en el comercio. La autoridad del abad sirvió de precedente para fijar el modelo y definición de los poderes de la monarquía: discrecionales y absolutos. Es decir independientes de cualquier otro superior, pero siempre sometidos a la ley de Dios, que la Iglesia custodia y a las costumbres codificadas en la Regla. En todo caso la misericordia debe prevalecer sobre la justicia en el ejercicio del poder. Un abad es al mismo tiempo, padre, maestro, pastor y médico para los miembros de la pequeña comunidad que le ha sido confiada por Dios. Cada monasterio era una unidad organizada, cuyo entrenamiento era garantizar el sometimiento de la voluntad y los sentidos, tal como los soldados dominan los músculos. La alimentación estuvo al principio sujeta a fuertes limitaciones: abundante como corresponde a los trabajadores: con pan, verduras, legumbres y una medida de vino. La carne quedaba reservada a los enfermos. Las horas y el ritmo del tiempo estaban cuidadosamente reguladas a fin de que no hubiera lugar para el ocio. Cada tramo comenzaba y acababa con la oración. Conclusión La Regla de San Benito es un mensaje de Fe, pero de una fe práctica y operativa, que es capaz de crear principios y normas incluso en aquellos que no se reconocen cristianos. Cada hombre lleva la imagen de Cristo y debe ser tratado como tal, ya que muchas veces Dios habla a través de los más pequeños. Por eso un huésped no era nunca un extraño en la casa. Participaba del silencio, de la oración y de esa atmósfera que impregnaba todos los rincones del monasterio. Nuestra época recoge la pérdida de algunos aspectos de aquel tiempo. Caen y se levantan nuevas estructuras de poder, y la violencia en sus más variadas dimensiones, pretenden dominar los espíritus. Frente a esta situación San Benito proponía a sus monjes que debían servir de levadura para el pueblo (recordando la comunidad primitiva descrita en los Hechos de los Apóstoles) “todos vivían juntos y tenían todo en común” La comunidad se encuentra al servicio de las personas y no a la inversa. Ni que decir la influencia que ejerció la Regla y sus obedientes monjes sobre la vida europea de los siglos posteriores. Además del trabajo y sus consideraciones sobre las mejoras técnicas para efectuarlo, el arte y la música fueron aspectos importantes de la cultura. El trabajo es un medio de vida y una forma de realización humana y no un simple medio para obtener ganancias.