Revista Talentos
Anécdotas de au pair novata con el coche
Publicado el 26 enero 2014 por Aupairsuitcase @aupairsuitcaseOs presento a mi coche. Ese que tanto mal me dio al principio de mi estancia au pair aquí. Como ya sabéis era novata en tema conducción, y me encuentro semejante coche, largo como él solo y amplio por dentro a más no poder para mi día a día. Podéis imaginar mis sudores para aparcarlo los primeros días (un día me llegaron a indicar hasta tres desconocidos y casi me desmayo al salir del coche de la vergüenza...jaja), para cogerle las medidas, etcétera. La anécdota que quiero contar no me deja como una chica "con muchas luces", sin embargo, la tenía escrita desde hace un tiempo y me ha hecho gracia recordarla. Así que la quiero compartir por si a alguien más le pasa o le ha pasado, tranquil@s, no estáis sol@s.
Comprar el helado y salir pitando hacia el coche. Este era el broche final de mi primera tarde de compras como au pair en un mall (odio esta palabra), como llaman aquí a los centros comerciales abiertos (o cerrados). Algún día contaré cómo puedes ser au pair y venir con la maleta vacía a Estados Unidos. A última hora de la noche, podía comprarme un famoso helado de Ben&Jerrys que tan barato es por aquí y tan bueno está. Ahora, casi seis meses después de esto, soy adicta a este helado.
Lucía, la chica con la que pasé la tarde, ya se fue de camino a su casa porque estaba cansada y yo di la vuelta al centro comercial (es bastante grande) para ir a un supermercado 24 horas que había al otro lado. Típico supermercado que hay en los centros comerciales norteamericanos, de estos que tienen parking gigante y más bien oscuro en la puerta y siempre que los ves en las pelis piensas el miedo que puede darte andar solo por ahí siendo de noche. Pues de esos.
Entré a comprar el helado, viendo a gente con una lista kilométrica y carros a reventar de cosas, fui a la zona de refrigerados (en la que la temperatura corporal te baja repentinamente 10 grados si me apuras del frío que hace), os enseño un ejemplo de cómo es un solo pasillo de congelados en cualquier supermercado para que os hagáis idea, cogí el helado del congelador correspondiente y me acerqué a la caja para pagar mientras iba buscando la llave del coche en el bolso para tenerla a mano antes de salir a la calle. Lo que a veces, puede llevarme cinco minutos hacer de las cosas que llego a meter dentro...
Un apunte antes de seguir. Cuando llegué a Estados Unidos, todo me parecía de película y muchas veces me sentía como dentro de una cuando iba a comprar, al colegio, a la parada del autobús escolar,.. Esto explica lo que vas a leer después. ¿Os pasó lo mismo cuando vinisteis aquí?
Retomando, salí a la calle con la llave del coche en una mano, el helado en la otra y un cohete en el culo para ir más rápida que las balas y que a la vez me diese tiempo a mirar de refilón que nada ni nadie pudiese acercarse a mi en esos momentos porque me quedaba en el sitio del susto que me iban a dar. Tan paranoica como os lo cuento (a esto me refería con sentirme dentro de una película). Ahora lo pienso desde la distancia y digo, ¿en serio podía pasárseme semejante tontería por la cabeza con mi edad? Eh, sí, lamentablemente, sí, lo reconozco.
Me metí corriendo en el coche, literalmente, corriendo, y lo primero que hice, lógicamente para mí, fue poner el cierre centralizado para que nada ni nadie pudiese abrir las puertas. Sigo con el modo paranoico ON. Por cierto, una curiosidad que comenté con otra au pair al poco tiempo de esta anécdota, los coches automáticos de por aquí y, supongo que todos, pero perdonad mi ignorancia al respecto (y más cuando llegué), abren la puerta del conductor solamente cuando presionas el mando a distancia de la llave una vez, y todas las puertas cuando lo haces dos veces. Pero todavía me quedaba algo más por descubrir sobre estos coches. Muchas más cosas de hecho, pero una bastante importante.
Vuelvo a la situación dentro del coche con el helado y el cierre puesto. Me paro a pensar lo idiota que parezco pensando que alguien me va a asaltar en un parking a las once de la noche, pero no pude evitar no pensarlo, con tantas películas americanas vistas y semejantes noticias en los telediarios. Dejo el helado y el bolso en el asiento del copiloto, me pongo el cinturón, pongo en marcha el GPS del móvil (bendito móvil) y me dispongo a arrancar. Meto la llave, la giro y, BOOM, empieza a pitar la alarma del coche a todo volumen. Imaginad mi cara...¿Qué c*** he hecho? Pensé, ignorante de mi. ¿Cómo se apaga esto? Ay mi madre que se van a pensar que estoy robando el coche... ¿Qué hago?
Empecé a tocar todo, absolutamente TODO dentro del coche. Parabrisas delantero, parabrisas trasero, luces cortas, luces largas, bocina, ¿bocina? Sí, también. Apagué el coche, lo volví a encender, y nada... El puñetero pitido no paraba de ninguna forma. Hasta que como dos minutos después, se me ocurrió desbloquear el cierre centralizado. ¡Voilà! El pitido maldito desapareció. Malditos coches americanos...
Así que ya sabes, si no quieres quedarte sordo o sorda nada más llegar a Estados Unidos, ¡NO cierres el coche antes de arrancar! jajaja
¿Habéis tenido alguna anécdota divertida con el coche?