Anoche no dormí porque no me dejaste hacerlo...
Anoche no soñé porque te empeñaste en romper mis sueños...
Anoche no descansé porque lograste destrozar mis nervios...
Anoche no sonreí porque convertiste mi paz en lágrimas de desconsuelo...
Anoche me di cuenta de que todo lo vivido había sido un atroz sortilegio...
Anoche reciclaste todo mi amor en rabia, decepción y daño: daño contra el que no hay, ya, remedio.
Anoche nuestro futuro se esfumó, porque tú lo borraste de un revés certero.
Anoche nuestro pasado se suicidó, saltando desde donde saltan el dolor y el tiempo.
Anoche nuestros hijos no paridos lloraron, patalearon y hasta renegaron de ti, sin miedo.
Hoy soy yo la que te digo adiós, libre de ti y retomando mis propios vuelos.
Hoy vuelven a ser mis pasos los únicos recorriendo senderos.
Hoy seré toda yo, sin resquicios, sin carencias, sin malas caras... Sin sufrimientos.
Y puede que en algún recodo del camino, aún derrame lágrimas que lleven tu nombre,
porque sabe Dios, lo mucho que te he querido y quiero. Pero ya no más. NO.
Ya está bien de sinsabores, de pasividad, de oscuridad y silencios.
Una docena te di. Una docena compartí contigo, creyendo que eras mi eterno compañero.
Pero anoche convertiste la eternidad en un esputo maloliente, traidor, enfermizo y ponzoñero.
Anoche te dije adiós y me despedí del "nosotros" por entero.
Hoy, abrazada a mi soledad y siendo puro dolor, renazco desde mis adentros.