
Cuando Carrie dejó el móvil en su sitio algo se había roto dentro de ella. Solo dejó escapar dos lágrimas traicioneras. Se levantó, esperó pacientemente la salida de la ducha de Gary, se lavó, vistió y preparó como cualquier otro día, pero sin soltar una sola palabra. Ni las preguntas de Gary, ni, sobre todo, sus falsos arrumacos, la sacaron de ese letargo. A la hora señalada como un autómata se montó en el coche y se dirigió al aeropuerto. Subió al avión como si nada, lo mismo daba que la hubieran metido en una cámara de gas.Y luego, a los pocos minutos de comenzar a deslizarse el avión sobre la pista, el fuerte impacto. El golpe definitivo. Otro avión, ya sea por error del piloto o de la torre, invadió la pista por la que ellos tenían que despegar. El choque fue brutal, heridos graves… heridos leves… gente inconsciente… ataques nerviosos… quejidos de dolor… de angustia… de miedo… Y Carrie lentamente se sumió en un sueño que parecía eterno.***********Ahora recordaba todo aquello con total nitidez, aunque la cabeza todavía le dolía fuertemente. Miró a su esposo sin ninguna expresión, él estaba bien, al parecer sus heridas, si es que las había llegado a tener, habían sido leves.Un doctor se asomó a la puerta.— ¡Vaya, nuestra paciente parece que ya ha querido volver a visitarnos! Nos tuvo muchos días preocupados. Tengo que decirle que todo va a salir bien, afortunadamente su vida ya no corre ningún peligro. Desde luego, esto es una tremenda alegría, aunque para el equipo médico ha tenido su punto de decepción, ya que los primeros días, aunque inconsciente, dábamos por hecho que no iba a quedar ninguna secuela del accidente.Hoy no podemos decir lo mismo, las consecuencias serán algo más importantes de lo que imaginamos en nuestras primeras estimaciones. La espalda ha quedado algo lesionada y tendrá que tomar analgésicos y someterse a rehabilitaciones durante el resto de su vida, y las jaquecas serán frecuentes y también tendrán que ser tratadas, pero nada preocupante, un tratamiento como cualquier enfermo crónica y listo.— Doctor, ¿y mi bebé? El doctor agachó la cabeza.— Al principio conseguimos sujetar el aborto, incluso hubo un momento en que creímos que podíamos salvarlo, pero hace un par de días, precisamente cuando comenzábamos a ver que la salida del coma era inminente, tuvimos que intervenir y no logramos salvarlo. Lo siento mucho. —El médico cogió y apretó con fuerza las manos de Carrie y salió de la habitación.— ¿Por qué no me habías dicho nada del embarazo, Carrie?— Era mi sorpresa, Gary, pensaba decirlo por la noche durante la cena, ya con toda la familia reunida. Estaba tan ilusionada. —Carrie rompió a llorar y Gary intentó abrazarla.— ¡No me toques! ¡Ni se te ocurra tocarme o decirme ninguna palabra de consuelo! Y ahora, ¡vete! No te necesito. ¡Déjame sola!La petición no sonó a ruego, fue una orden seca y dura. Los ojos de Carrie miraron a Gary con una expresión que este no reconoció.

