Revista Diario

Asesinato en el Teide

Publicado el 23 septiembre 2012 por Chirri

No podía creer lo que estaba viendo, siquiera en vacaciones me libraba del  castigo que suponía el no poderme alejar de mi trabajo o todo lo inherente a él, además me encontraba a mil y pico de kilómetros del solaz y acogimiento uterino que supone el Búho Bizco, por lo que esta aventura la tendría que pasar sin esos personajes tan entrañables para mí (menos el subinspector Guillén). Efectivamente, delante de mí se hallaba un cadáver, además concurría la circunstancia  que se podía llamar al libro Guiness de los récords para que diera fe del hito que suponía el asesinato más elevado del mundo, pues según la Wikipedia, la cima del Teide se encuentra a 3.718 metros sobre el nivel del mar y no tengo conocimiento que haya ocurrido en algún otro lugar del orbe un asesinato a mayor altura.También es mala suerte precisamente irme a Tenerife de vacaciones y encontrarme con esta desgracia, tenía cita para poder acceder al ápice del pico señero por su altitud en España y aproveché para tomar el teleférico a primera hora, subí acompañado de un par de turistas teutones y al llegar a la estación de arriba me dí cuenta que la ascensión la emprendería solo, pues los germanos estaban más por la labor de calentar sus cuerpos del fresco serrano que  corría por el lugar, a base de chupitos de schnapps, rechacé su amable invitación y emprendí en solitario la ascensión.Afortunadamente dejé de fumar hace tiempo, por lo que la subida, con sus convenientes descansos no se me hizo muy afanosa, cuando llegué a la cima, saqué mi cámara de fotos y me dispuse a inmortalizar el hecho, pero no, al final un personaje fuera de lugar me lo impidió, un bulto junto a la sulfatara rompía todo el encanto del lugar y me puso en estado de alarma.Me acerqué circunspecto temiendo lo que se me avecinaba, tiempo de mis vacaciones perdido en trámites y pesquisas policiales, puse mis dedos en el cuello y comprobé que al bulto a partir de ahora se le podía denominar como cadáver sin remisión. Ante mí se hallaba un varón de mediana edad cosido a puñaladas por las que la vida se le escapó, un brazo estaba asido a duras penas al mástil de la bandera canaria y esta se encontraba en el suelo, suelta la cuerda que en su momento la sujetó enhiesta.Doy un salto en la narración comentando brevemente mi llamada al 112 la llegada de policía, enfermeros, juez, bomberos, Cruz Roja, periodistas, miembros de ICONA, SERPONA y seguro que alguno de FET de las JONS.Algunas horas más tarde, ya al nivel del mar y ante el tacto acogedor de un vaso de ron miel, se presentó ante mí el comisario responsable de la investigación.-   Querido inspector Gracia ¡qué gusto de verle por aquí! Las noticias de sus éxitos también llegaron a las islas, es un placer tenerle entre nosotros.-   Me ruborizan sus halagos.-   Bien merecidos por supuesto. En fin, no sé como decírselo, me haría usted un grandísimo favor si pudiera ayudarnos en la investigación, estamos en un punto muerto del que no podemos salir y me gustaría que por el bien y la justicia tuviera usted a bien echarnos una mano, desde luego haría todo por agradecérselo extraoficialmente, por supuesto.-   No sé, en fin, dígame cómo van las pesquisas.-   Pues bien, le diré que el finado es un industrial al que el óbito favorece muy claramente a sus tres sobrinos como herederos que son, como creo que habrá colegido, éste no tenía descendencia ni ascendentes vivos.-   ¿Podría usted reunirlos en una sala?-   Si, cómo no, enseguida ¿Qué plan va a seguir con ellos? ¿necesita un acompañante como poli bueno o poli malo?-   Discúlpeme señor comisario. – Aduje – pero tenía in mente hacerlo más bien como Agatha Christie, de quien me confieso ferviente seguidor, y de su excelsa criatura imaginada, el simpar Hércules Poirot. Es decir, los reúno a todos en una sala y con sagaces preguntas descubriré quién es el asesino, o eso espero.-   Muy bien, como usted vea caro inspector, es usted el experto, en sus manos me pongo con tal de resolver el misterio.He de decir a favor del comisario, que éste preparó con presteza la reunión, allí estaban todos los implicados o más bien los interesados en la muerte del industrial, alrededor de una mesa oval, una mujer y tres hombres, todos treintañeros , aguardaban hastiados, esto lo colegí por sus rostros huraños, poco amigables, desde luego que no esperaba que me prestasen mucha colaboración.Como hombre educado en la vieja escuela, el comisario principió a presentarme a la mujer.-   Maruja Biensalobre, sobrina del finado, ama de casa residente en Icod, el día de los hechos se encontraba al parecer regando el jardín.-   ¿Tiene usted tajinastes rojos?-   No señor, no es la época, florecen en primavera, en verano se agostan.A un gesto mío el inspector me presentó al segundo sobrino.-   Joaquín Dongil, asimismo sobrino, clavicembalista de la orquesta sinfónica de Santa Cruz.-   ¿Cómo se llamaba antiguamente la nota musical do?-   Ut, eso lo sabe cualquier crucigramista.Un poco sorprendido por las preguntas que iba formulando, el comisario me presentó al último sobrino.-   Arturo Blanco, taxista de La Orotava.-   ¿La baca del coche se escribe con be o con uve?-   ¿En serio que es usted policía?-   Las preguntas las hago yo, listillo. ¡Confiesa tu crimen canalla!
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-   Comisario es usted realmente muy amable al acompañarme al aeropuerto y mucho más al pagar la cuenta de mi hotel.-   Es lo menos que podía hacer al haber resuelto favorablemente el crimen. Todavía sigo dándole vueltas al asunto y no me acabo de explicar cómo consiguió resolverlo.-   Como dice mi admirado Poirot, un poco de materia gris y sobre todo darse cuenta de los pequeños detalles, en el escenario del crimen había una cosa que no me terminaba de cuadrar y la profesión del asesino me lo aclaró ostensiblemente.-   ¿Sí? ¿Cuál fue?-   En la cumbre del Teide, después de asesinar a su tío. Como buen taxista, no podía por menos que bajar bandera.
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