Cazamos, los ciervos en invierno no tienen salvación, sus huellas son visibles en la nieve, el olor los delata, la caza seguirá a través de la montaña, no podrán evitarnos, su pista es realmente fuerte para un olfato tan desarrollado como el nuestro, somos cazadores y no podrán evitarnos.
Mis recuerdos vuelan hacia el pasado, cuando era un macho de pelaje gris, orgulloso, fuerte y experimentado en guiar a la manada. Ella era todo para mi, crió a mis cachorros y lo hizo bien, nadie como ella para hacerlo. Por ella y mis cachorros recorrí cientos de millas, rastreé todo el monte buscando presas, tragaba hasta hartarme y en la madriguera las regurgitaba para que no les faltaras nada y crecieran fuertes y algún día comandaran la manada.
Pero un día ella abandonó la manada, echaba de menos sus predios, la tierra donde sus antepasados abonaron con sus huesos. Ella desapareció y con ella su ilusión, su vida, su energía se evaporó con ella.
Él se retrasa de la manada y por la noche subido a un berrocal aúlla al a luna.
