Revista Talentos
Avellanas catalanas chocolate venezolano
Publicado el 12 marzo 2010 por McaellasLa semana pasada pusieron un programa sorprendente en la televisión catalana. Me lo envía por e-mail una amiga de Tarragona, que visitó Caracas hace tres o cuatro años. Y es que justamente de esa conexión va el programa. De Tarragona a Venezuela. De Caracas a Catalunya. Uno de los protagonistas es el batería de Els Pets (los pedos, en el idioma de Delibes) un grupo de rock català que tiene un tema titulado "menja avellanes" (come avellanas, en el idioma de Cela), que nos introduce en el apasionante mundo de la avellana. Resulta que los famosos chocolates Toronto se hacen con avellanas catalanas. De Reus concretamente. En el programa entrevistan a un representante de la empresa que fabrica los Toronto, un tal Ramón Chávez -¿será familia?- que afirma con la rotundidad característica de los Chávez que la avellana de Reus es la que combina mejor con el chocolate venezolano. La mejor combinación: un catalán o catalana y un venezolano o venezolana. Esto es así y cualquiera que pruebe los Toronto se da cuenta al instante. Porque todo venezolano tiene una historia con el Toronto. Está en su sangre. Algunos incluso se declaran amor con un Toronto. Miss Venezuela dicen que come avellanas de Reus, le comenta una señora de Tarragona a otra. Y así están de buenas, que sigan comiendo y que sigan poniéndose más guapas, le dice la otra. Y nosotras aquí trabajando, concluye la primera. En el programa hablan también del Centre Català de Caracas, lugar en el que me autoimpuse mi propia "mili" a la catalana. Serví a la patria impartiendo unas clases de catalán a unos jóvenes esforzados con curiosas razones para aprenderlo. El programa se supone documental pero es pura ficción. Como todo. La cámara acompaña a una actriz de telenovela por la ciudad. La vemos en la calle esperando un taxi, vemos como besa al motorizado y vemos como circula por una Caracas sin apenas tráfico ni gente en sus calles, una Caracas tan ficticia como la telenovela en la que actúa. Está bien fracasar, le dice la actriz a su partenaire. Seguro chama. El programa, completito, aquí. Siguiendo con Venezuela y Catalunya, hace unas semanas vi un documental titulado Garbo , El Hombre que salvó al Mundo, en el cuál se ahonda en lo que el joven editor Junior Ruiz una vez bautizó como la visión catalanocéntrica del planeta. Sí, ya saben, los que creen que Colón era catalán, que si hay Dios es azulgrana o que deberían haber dado el premio Nobel de literatura a Baltasar Porcel. La película afirma con total seriedad que gracias al espía catalán Joan Pujol -¿será familia?- los aliados ganaron la segunda Guerra Mundial. Resulta, y es raro que hayamos tardado tantos años en saberlo, que Garbo fue el agente doble que engañó a los nazis haciéndoles creer que el desembarco de Normandía era un amago y que el verdadero desembarco sería unos días después en Calais. Después de consumar su hazaña el amigo Garbo se fue a vivir a Venezuela y formó una nueva familia con la que vivió feliz y contento bajo las palmeras ¡Qué maravilla! Unos años antes, otro catalán, Félix Cardona Puig, fue el que descubrió el salto del Ángel. Olvídense del intrépido aviador Jimmy Angel. Fue Cardona. Debería llamarse El Salto del Cardona en lugar de el Salto del Ángel. Seguro que el imperialismo español conspiró con el venezolano para silenciarlo pero ya es hora que se sepa. Félix Cardona descubrió el Salto. Por mi parte, sólo añadir que mi estado favorito de Venezuela es el estado Sucre (azúcar en catalán) y que lo que intuyo que nos une a los catalanes y a los venezolanos es la ANARQUÍA. Ya lo dijo Simón Bolívar, el Libertador.
“Nuestro principal problema es la anarquía de nuestro políticos, de nuestro ejército, de nuestra iglesia, de nuestros comerciantes y hasta de nuestro pueblo… Cada quién cree tener la solución, cada quién quiere ser un líder y desde el primer momento, cada quién enfrenta al contrario; es decir, cada quién quiere hacer una cosa distinta y adopta posiciones antípodas sin causa aparente y sin importar la voluntad de la mayoría”
Bolívar sabía lo difícil que era gobernar un pueblo anárquico por naturaleza. Decía:
“Un presidente es un individuo aislado en medio de la sociedad: encargado de impedir el ímpetu del pueblo hacia el abuso… No hay buena fe en América, ni entre los hombres ni entre los pueblos, ni entre las naciones. Los tratados son papeles; las constituciones libros; las elecciones combates; la libertad anarquía, y la vida un tormento”
A sufrir pues. Salut.