Según Heinrich Cornelius Agrippa el número dual es la primera cantidad, que sólo puede medirse por la unidad de la que resulta la semilla y por ello era llamado Génesis y Juno; también se asocia al amor mutuo y la compañía, a punto tal que en el Eclesiastés se puede leer: “…Es mejor ser dos que uno, pues tienen la ventaja de su compañía, y si uno cae, se apoyará en el otro…”
En sentido opuesto el dual también propicia los encuentros con las sombras y los maleficios nocturnos, de ahí que Plutarco citando a Pitágoras lo llamara proceso en contraposición a la unidad o Apolo, dios del sol y de la luz y fuente de todo conocimiento. El número dos participa de lo bueno y lo malo y, como príncipe de la división y la distinción, significa la materia y por ello representa la discordia y la confusión, el par de opuestos que ha de ser trascendido.
Dicen que dos son las sustancias intelectuales: el ángel y el alma, con origen en dos elementos: la tierra y el agua, sustratos de vida. Regidos por la naturaleza dual somos seres en relación con nosotros y con los demás: en el vínculo propio nos encontramos frente a nuestra sombra con la misión de integrarla y el proceso del sueño es revelador para conjurar maleficios internos, en el vínculo con los otros nos fortalecemos en relación, siempre que sea posible superar la división.
Hoy se cumplen dos años del natalicio de bell@espíritu, fundado con la convicción de que es posible encontrar el instante sagrado en cada día, la misteriosa belleza de la existencia tras el velo de lo cotidiano. Como anuncia el Eclasiastés, no hay manera de sostenerse sin la compañía de las personas que se encuentran al otro lado de la pantalla, quienes han sostenido con su generosa energía esta aventura espiritual que hoy celebra el número dual. Gracias, gracias, gracias…
Una vez más, la fotografía resulta mérito exclusivo de Juan y la vela que enciendo como tributo a las Musas ha sido diseñada y obsequiada por mi querida Ale.