Fanatismo Religioso
Pudimos ahorrar para alquilar nuestro primer nido de amor y la búsqueda de un sitio adecuado resultó ser todo un reto. Como yo tenía más tiempo disponible que Rohit, en las tardes me dediqué a visitar las diferentes zonas de la ciudad tratando de encontrar un lugar limpio y ajustado a nuestro estrecho presupuesto.
— ¿Es usted casada o soltera? —me preguntó un hombre de nariz aguileña, dueño de un pequeño departamento.
— Casada con un Hindú
— ¿Donde está su esposo Hindú? —dijo frunciendo el ceño
— Trabajando, es médico y no tiene mucho tiempo libre…
—Vuelva cuando su esposo tenga tiempo…
Bastaron tres intentos para darme cuenta que Delhi no era lugar para una mujer sola y menos aún extranjera. Un esposo era requisito fundamental para poder lograr lo que en cualquier país Occidental una persona con un trabajo estable y sin discriminación de género hubiese obtenido sin gran esfuerzo: un techo decente para vivir y abrir una cuenta bancaria. A pesar de mis protestas, Rohit recurrió a su tío Vijay y a través de sus contactos finalmente encontramos un lugar que se adaptara a nuestros ingresos. Era un viejo edificio de 10 pisos habitado por Gujaratis* y Marwaris*. La reunión con el dueño del departamento, perteneciente a una familia de talladores de diamantes de Surat, fue en presencia del tío Vijay y el padre del dueño. Ambos patriarcas se sentaron uno frente al otro mientras nosotros actuábamos como meros espectadores.
— ¿Cuánto? —pregunto Vijay
—Diez mil rupias—contestó el joven mirando a su padre.
—Tres mil —ofreció Vijay
—Ocho mil—dijo el joven moviendo la cabeza hacia los lados
—Mi sobrino es médico, un hombre honorable, pero está comenzando…tres mil quinientos
—Siete mil—intervino el anciano
—Cuatro mil y un año de depósito adelantado—dijo Vijay categóricamente sacando un fajo de billetes del bolsillo. El joven miro de nuevo a su padre y el viejo asintió cerrando el trato.
Nos mudamos una semana más tarde. El departamento de dos habitaciones estaba decorado al mejor estilo de un comerciante de piedras preciosas. Estos mercaderes tenían una visión particular de la buena vida. No era exactamente vulgar, ya que en su mayoría son Jainistas*: sobrios, vegetarianos y monógamos en su vida personal. No beben, no tienen amantes, se casan para toda la vida y son buenos padres. Pero un cierto dejo de extravagancia se manifiesta en la decoración de sus inmuebles. Una estatua gigante de Ganesh* nos recibe al abrir la puerta de entrada. La única ventana de la cocina ventila directamente el refrigerador -o lo calienta- ya que como no tiene cortinas, el sol se posa sobre su parte trasera. Al prender el ventilador, se apagan las llamas de las hornillas, ya que el espacio para la cocina se encuentra ubicado exactamente bajo el ventilador. Una lámpara enorme de porcelana tallada domina la sala con tres ninfas griegas semi-desnudas sosteniendo con su mano el pezón de la siguiente ninfa rematando sus cabezas con coronas elaboradas en diminutas hojas de cristal. El techo alrededor de la lámpara está rodeado de focos rojos que titilan como una discoteca y alumbran dos mullidos sofás tapizados en color calabaza. La mesa del comedor tiene un tope de cristal flanqueado por dos lámparas más en forma de pera con un bombillo amarillo y otro rojo frambuesa. El cuarto principal es una continuación del estilo boreal con un par de ramas doradas colgando del techo cuyas hojas gigantes sostienen dos bombillos de cien vatios. La base de la cama es una estructura rectangular de madera fija al suelo cuyos bordes puntiagudos y afilados causarían serias heridas sobre la piel de mis piernas durante los próximos meses. Las puertas de los closets están forradas en un laminado color verde con motivos florales y al abrirlos nuestra visión se pierde en una majestuosa cascada de agua pintada sobre la pared del fondo. La otra habitación explora una galaxia de azules celestiales con vitrales en las ventanas en forma de ondas rojas, amarillas y verdes.
A los pocos días, nuestro hogar va tomando forma. Decidí remover la estatua de Ganesh y la lámpara griega pero el dueño se sintió ofendido por tal decisión. Yo le aseguré que no tenía nada que ver con sus gustos, simplemente me parecía que tales obras de arte podían verse amenazadas por los hijos que tendríamos pronto.
Comencé una persecución tras electricistas, plomeros y carpinteros a fin de hacer los ajustes necesarios para una joven pareja del siglo 21. En India no solo se contrata a una persona que repara las cosas…se desarrolla una estrecha relación con ellos. Si se les habla con agresividad o se les tilda de incompetentes se corre el riesgo de que nunca regresen a reparar lo que dejó a medias la primera vez. Los Indios son ingeniosos artesanos pero la producción en serie y la estandarización no es para ellos.
Instalaron la televisión por cable y la línea telefónica. En dos días el teléfono deja de funcionar. Rohit llama a la compañía telefónica para reportar la falla y tuvo que pagarle a un conocido para lograr que vinieran rápidamente. Una semana después viene el técnico quien me deja su número telefónico para asegurar las futuras visitas.
—Señora, le aconsejo que instale otra línea telefónica cuando pueda, se la puedo conseguir en menos de una semana…
El plomero, un hombre con los dientes manchados de paan*, despertó mis instintos asesinos. Le decía a los ocupantes del piso inferior que yo debía pagar por las goteras que generaba mi apartamento mientras a mí me decía que yo debía convencer a los de arriba de pagar por las reparaciones. El calentador, los switches de luz, los grifos, los baños y los drenajes fallan constantemente. El presidente de la sociedad de vecinos nos explicaba:
—Todos los drenajes del edificio están jodidos. Cada vez que los residentes hacen alteraciones, contratan plomeros distintos y mueven de lugar las tuberías bloqueando así el flujo natural de las aguas blancas y las residuales y llega un punto que ambas se mezclan.
Las arterias del edificio están obstruidas, escleróticas. La piel se está desconchando…es un edificio enfermo y mientras tanto, todos los meses le pagamos la renta al dueño por el privilegio de reparar su departamento…
Hacer fila en la India es un arte que aprendí a dominar. En este país la gente siempre está haciendo una fila: para votar, para conseguir un apartamento, para obtener un empleo, para salir del país, para hacer una reservación en el tren, para hacer una llamada telefónica y hasta para ir al baño. Cuando eres el próximo en la fila, nunca debes esperar detrás de la persona, siempre debes pararte a su lado, como si fueses su acompañante, para asegurarte de ocupar su sitio inmediatamente cuando termine. Y cuando finalmente llegas al tope de la fila, los de atrás te recuerdan constantemente el inconveniente que causa tu presencia. Apúrate, apúrate, ¡resuelve rápido tu asunto!
El siguiente reto fue obtener una conexión de gas. El gobierno tiene un monopolio sobre el suministro de gas que se distribuye en cilindros rojos. Me dirigí a la oficina de mi zona y cuando solicité un cilindro el empleado me contestó:
—No hay cuota
— ¿Y cuándo habrá cuota?
—Tal vez en Mayo—estábamos en Febrero
— ¿En Mayo? ¿Y qué comeremos mientras tanto? ¿Sándwiches? —dije molesta mientras el empleado se encogía de hombros.
Mi vecina me sugirió ir con el mercado negro y amablemente ofrece llevarme en su motocicleta a perseguir un camión repartidor de gas. Cuando finalmente contactamos al chofer, éste nos aconseja solicitar en la oficina un cilindro de uso comercial, el cual es más grande y más costoso que el de uso personal y siempre hay cuotas disponibles. Solo debemos pagarle y él se encarga de hacer la solicitud para hacer pasar mi departamento por una oficina. Mi vecina anota las placas del camión, el nombre del empleado y solo le damos una pequeña parte del dinero. La noche siguiente celebramos con una cena italiana y una botella de vino. El cilindro de gas que debía durar seis meses, solo duró tres semanas…
Rohit y yo debatimos una noche si comprar un auto o no…
—Me gustaría un Suzuki—dice entusiasmado mi esposo.
—Pero si apenas estamos comenzando ¿de dónde sacaremos dinero?
—Puedo pedir un préstamo…
—¿Otro préstamo?—dije abriendo los ojos exageradamente
—¿Porqué no? Como médico y con el apoyo de mi familia puedo obtener otro préstamo fácilmente
—¿Y vivir de las apariencias?—respondí molesta—además, ¿cuanto tardarías en llegar a tu trabajo con este tráfico?
Cuando Rohit se quedaba sin argumentos culminaba la conversación.
Meera fue a visitarme una tarde del Sábado mientras Rohit hacía guardia esa noche. Bajé al estacionamiento para indicarle donde parquear su carro y para mi gran sorpresa el puesto estaba ocupado. Llamo al guardia y le pregunto quien es el dueño del auto.
—No recuerdo
—¿No recuerda?—respondo levantando la voz
—Madam…si yo reclamo puedo perder mi trabajo
—Y si no me lo dice también perderá su trabajo…
Una vez que obtengo la información le hago señas a Meera para que espere mientras vuelvo. Subo al piso seis y toco suavemente la puerta. Un hombre envuelto en un dhoti blanco me recibe.
—¿Es usted Choudhary ji*?—pregunto educadamente
—Si, digame
—Necesito que mueva el auto que está parqueado en mi puesto de estacionamiento— el hombre me examina de arriba abajo
—¿Es usted la nueva extranjera?
—Soy la persona que paga una renta por ese puesto—respondí tajantemente con los brazos en jarras
—Su apartamento ha estado vacío más de un año
—Eso no le da derecho a adueñarse de lo que no es suyo ¿Tengo que llamar a la policia?—digo mirándolo desafiante
El hombre me dió la espalda y regresó con las llaves del auto. Bajamos juntos y lanzándome una mirada de odio finalmente movió su automovil. Meera se estacionó y subimos a tomar el té. Pasamos una tarde agradable charlando. Cerca de las ocho de la noche la acompañé al estacionamiento y encontramos las cuatro llantas desinfladas… El vecino en cuestión había tenido conflictos con casi todos los habitantes del edificio y el lema de Rohit era paz y amor, así que decidió dejar las cosas como estaban, no quería problemas.
A lo largo de la vida democrática de la India la violencia religiosa había llenado los titulares de los periódicos. La consecuencia del odio entre Hindúes y Musulmanes llevó a la creación de Pakistán. Según las creencias Hinduístas, la antígua ciudad de Ayodhya, ubicada en el estado de Uttar Pradesh, era el lugar de nacimiento del dios Vishnu. En 1527, Babur, el primer emperador mogol, construyó sobre ese lugar sagrado la mezquita Babri, sin embargo, en Diciembre de 1992, una muchedumbre de Hindúes la destruyó, comenzando una guerra que dejó más de 1.400 personas muertas.
Los disturbios fueron una tragedia de tres actos. Primero hubo un enfrentamiento entre la policia Hindú y los Musulmanes. En Enero de 1993, fue seguido por una segunda ola de serios motines—se cree que instigados por el Shiv Sena—donde los Musulmanes fueron sistemáticamente identificados y masacrados al igual que sus casas fueron incendiadas y saqueadas. El tercer acto fue la venganza de los Musulmanes: el viernes 12 de marzo, cuando cada buen musulman leía sus oraciones en su hogar, se plantaron 10 poderosas bombas por toda la ciudad. Una explotó en la Bolsa y otra en un edificio de Air India. Se descubrieron bombas en automóviles y motocicletas y se calcula que murieron más de 317 personas, muchos de ellos Musulmanes…
Nadie se imaginaba que las tensiones resurgirían en Diciembre del 2001. Había mucho revuelo en el periódico por las noticias y todos querían convertirse en corresponsales de sucesos. Se levantaban excitados a la oficina del jefe para plantear cualquier rumor que les llegara de sus fuentes. Sunil, uno de mis compañeros, se acercó una tarde a mi escritorio.
—¿Deseas un poco de acción?—me abordó entusiasmado
—¿Eh?
—Puedes acompañarme a una reunión con gente del Shiv Sena que estuvieron involucrados en los disturbios del año 92…si deseas claro.
—¡Por supuesto!
Salimos del edificio apresurados ya que la entrevista era a las siete de la noche. Sunil sorteaba el pesado tráfico con destreza.
—El Shiv Sena es considerado un partido político extremista. Bal Tackeray, su líder, fundó el partido en 1966 y su nombre se debe al honorable Shivaji, un rey guerrero de Maharashtra que convirtió una variopinta banda de guerrilleros en un poderoso ejército y asi pasó a dominar gran parte de la India central.
—He leído mucho al respecto…
—Muy bien, entonces estás consciente de sus ideales nacionalistas… su lema es “mantener la familia Hindú libre de toda contaminación cultural” ya que creen que la actual invasión del espacio cultural Indio por valores Occidentales es una conspiración para debilitar a India y desarraigarla de sus tradiciones.
—¿Porqué me invitaste si soy extranjera?
—Buen punto…básicamente busco medir su reacción, provocarlo…ver qué sucede…
Llegamos a una barriada y nos estacionamos cerca de un mercado. Caminamos a través de angostas callejuelas hasta llegar frente a una casa color verde agua. Sunil tocó dos veces con los nudillos, hizo una pausa y luego golpeó tres veces la puerta. Un hombre de barba blanca asomó su cabeza casi de inmediato y nos hizo señas para seguirlo. Tres niños miraban televisión en la salita y pasamos frente a ellos ante su mirada indiferente. Seguimos al hombre al fondo de la vivienda y entramos a una habitación lúgubre. Salió y regresó con dos vasos de agua. Lo rechacé y Sunil me hizo una señal para que lo aceptara. Tomé un sorbo y lo puse a un lado. El hombre recogió los vasos y se retiró. Cinco minutos más tarde entró un hombre corpulento vestido con una kurta blanca. Sunil iba a levantarse y el hombre extendió la mano indicándole que se quedara sentado. Usaba anteojos y su voz era grave. Se acomodó en el asiento frente a nosotros. Sunil inició la conversación…
—Kalpesh ji…ella es…—el hombre levantó la mano haciendo un gesto para que callara. —¿Alguna vez han visto un hombre envuelto en llamas?—preguntó
Sunil y yo nos miramos desconcertados.
—Les diré…un hombre en llamas se levanta, cae, corre por su vida, se levanta, corre y vuelve a caer…—suspiró y continuó narrando—ustedes no podrían soportar esa visión, es como una película de horror. Gotas de aceite resbalan por todo su cuerpo y sus ojos se agrandan…se ve blanco especialmente por su nariz. Chorrean gotas de todas partes y el agua sale de todo su cuerpo.
Kalpesh ji tenía toda nuestra atención.
—En esos días no hubo tiempo para pensar—siguió hablando pausadamente—tres hombres y yo quemamos un Musulmán. A las tres de la mañana venía bajando una muchedumbre como jamás había visto compuesta de hombres y mujeres. Recogían a su paso cualquier objeto que podían usar como arma. Marchamos hacia el área Musulmana y en el camino nos topamos al vendedor de pan en su bicicleta. Yo lo conocía…me vendía el pan todos los días. Arrojamos combustible sobre su cuerpo y lo encendimos en fuego…todo lo que pensé en ese momento fue…él es un Musulman. El hombre temblaba, suplicaba: “¡tengo hijos, tengo hijos!” y yo le contesté: “cuando ustedes mataban a la gente de Radhabai Chawl ¿pensaron en sus hijos?” . Ese día les demostramos lo que es el dharma Hindú…
Kalpesh ji palpó el horror en nuestras expresiones y continuó…
—Solo en Jogeshwari los Musulmanes violaron entre quince y veinte mujeres Hindúes, entre ellas una chica inválida y aunque no existen reportes policiales o de la prensa, no importó, era una visión espantosa ver a la joven en su silla de ruedas violada una y otra vez…muchas guerras comienzan por un acto de violación, real o imaginario. El hospital estaba repleto de cuerpos mutilados, hombres y mujeres identificados por un número en sus etiquetas…estábamos en guerra…
No sabía que decir, me quedé sin habla. Sunil golpeaba mi tobillo izquierdo por debajo de la mesa y yo sólo tenía oídos para el espantoso relato
—Un anciano Musulmán nos arrojaba agua caliente desde su balcón. Rompimos la puerta, lo arrastramos, lo envolvimos en una sábana y lo prendimos en fuego. Era como una película: silente, vacía, alguien quemándose en alguna parte, nosotros escondiéndonos y el ejército persiguiéndonos. Durante los disturbios las imprentas trabajaban horas extras imprimiendo tarjetas de presentación…dos juegos para cada persona…una con nombre Musulmán y otra con nombre Hindú. Cuando salías de la ciudad tu vida dependía si contestabas que tu nombre era Ram o Rahim.
Cuando terminó Sunil bajó la vista. Yo miraba al hombre fijamente y me atrevía a preguntar…
—¿Cree que pueda repetirse?
—Si —contestó sin vacilar—yo gustosamente participaría.
Se levantó de su silla e hizo una señal para seguirlo. Salimos de la habitación y entramos al cuarto que se encontraba al lado. Una anciana envuelta en un oscuro edredón reposaba sobre una silla con mirada en el vacío. Sus manos estaban deformes.
—Es mi madre y tiene 90 años. Está completamente paralizada de la cintura hacia abajo, pero antes no era así. Durante toda su vida vivió en paz con el mundo. Recuerda a los Británicos con afecto. Una noche los Musulmanes entraron a nuestra casa y la empujaron con tanta fuerza que rompieron su espina dorsal. Su único deseo es no haber sobrevivido ese día…para ella es mejor estar muerta…
Una hora más tarde regresamos a la oficina. Hablamos poco durante el trayecto. En esa entrevista encontré muchas respuestas a mis dudas sin siquiera imaginarme que el fanatismo religioso también tocaría nuestras vidas…
GLOSARIO DE TERMINOS:
*Gujaratis: nativos del estado de Gujarat.
*Marwaris: grupo étnico originario del estado de Rajasthan.
*Jainistas: practicantes de la religion jainista.
*Ganesh: uno de los dioses más venerados de la religion Hindú.
*Paan: preparación estimulante compuesta de hoja de betel combinada con nuez de areca o tabaco curado.
*Paan: preparación estimulante compuesta de hoja de betel combinada con nuez de areca o tabaco curado.
Continuará…
Historia de Ficción original de:
Lorena Mena
Ilustraciónes:
Lorena Mena
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