Beatriz Benéitez Burgada. SantanderHace unos días estaba en en un restaurante con unos amigos, y tuve que hacer un gran esfuerzo de contención para no levantarme y decir algo porque unos niños estaban jugando a poner las manos en una cristalera, que dejaron hecha un cuadro. A quien quería decir algo no era a los niños, por supuesto, sino a sus madres y padres, absortos en su conversación y encantados de la vida. Los niños son niños y tienen que jugar y entretenerse. Pero puede que se estuvieran divirtiendo casi lo mismo con unos blocs y unas pinturas, como hacían las mías. Hay madres que deberían saber que los restaurantes no son parques infantiles en los que soltar a sus hijos para olvidarse de que existen por un rato. La culpa no la tienen los chiquitines, que casi siempre tienen una respuesta lógica para sus trastadas. El otro día, una de las peques -la rubia- no paraba de saltar en casa de los abuelos. Le dice mi padre: ¨¿Quieres dejar de saltar?¨A lo que ella, muy seria, le respondió: ¨No puedo abuelo, soy un canguro".
Cuando ellos responden con esa lógica, que es la suya, no puedes hacer nada más que reirte, aunque sea por dentro. Pero por fuera, hay que enseñarlas que no siempre se puede ser un canguro. Pero insisto, eso es responsabilidad de los padres. Los niños bastante tienen con crecer felices y sanos.De los centros comerciales es mejor ni hablar. Y menos si es sábado por la tarde. Esos niños sueltos por Carrefour o Hipercor, echando carreras por los pasillos y abriendo paquetes de galletas de dinosaurios, porque es la hora de merendar... O en las tiendas de ropa, manoseando todo y hablando a gritos, mientras las vendedoras, a punto de hiperventilar, piensan que casi prefieren no vender nada, pero que se vayan de una vez. Prefiero que sean espabilados y traviesos antes que unos muermos. Pero hay que dedicar tiempo a enseñarles dónde y cuando pueden jugar y donde deben portarse bien. Porque si no, sólo estaremos ayudando a crear pequeños monstruos. Ahora bien: tampoco puede ser lo contrario. Porque también hay quien espera que sean correctos todo el tiempo. Y eso no puede ser. A la hora de jugar en el parque, que se diviertan. Y si se manchan, ya irán a la bañera. Y si se caen, que se levanten y a seguir jugando. Que todos hemos disfrutado enseñando nuestran heridas de guerra.