Adios mundo cruel...
Es la frase típica con la que debería empezar y terminar.
No quizás , debería decir adios a mi mismo, porque en el fondo , es lo que voy a hacer .
Los demás ,que sigan sus vidas , algunos ,me tacharan de cobarde, otros, ,los menos, me recordaran uno días, quizás, pensando , en el peso que se han quitado de encima.
Y dos, no mas , me lloraran un rato y se preguntaran ,durante un segundo ¿porque?Eso quisiera saber yo ,ahora ,que intento resolver esa pregunta
Solo hay dolor ,un dolor que te arranca el alma. un dolor que no hace mas que dar vueltas y vueltas sobre ese universo que he creando en mi cabeza
.Ya nada, nada tiene sentido, uno busca debajo de la pata de la silla , algo que le sujete aquí, algo que me impida hacer lo que voy hacer.
No , no me voy a poner transcendental, , ni mucho menos sentimental.¿porque?
He intentando hacer de esta, mi despedida ,algo romántico ,pero no me sale.
No, no escribo esto para pedir disculpas ¿a quien? Solo lo escribo para no liarla mas, para ,que ya que me quito del medio, sea del todo.
Me borro de la vida, pero no solo de la mía, quiero que me borréis de la vuestras, y que os dejéis de tontadas de "pobrecito" , que os den .
Si que os den. Me voy huyendo de vosotros, huyendo de mi mismo
Solo pido al Gran Dios , clemencia por esta alma triste, y que se acuerde , en su gloria de este espíritu triste
A partir de aquí , que cada uno piense lo que quiera, que me idealice, que me haga un héroe o que me lleve flores a mi tumba.
Quizás lo mas practico, si eres creyente seria pedirle a tu Dios que me perdone mis pecados.
SIno, pedirme perdón , aun a sabiendas, que no me lo estais, pidiendo a mi.mas bien a vuestras conciencias,a vosotros mismos.
Gesto ya inútil,
Seguirse vuestras patéticas vidas, mientras yo tiro la mia.
Y no os engañéis, como soleis hacerlo.
Me convertiré en esa anécdota malvada ,que contareis para que, por un momento, os creáis el centro de atención.
Hoy , esta carta la escribo yo, entre la desesperación y algo de alivio.
Pero no descartéis nunca, que un día, el narrador, podéis ser vosotros
la grandeza de las cosas sencillas