Había tragado océanos en esa singladura. Nunca creí que podría ocurrirme, pero sí, llegué a perder la noción de verticalidad y aunque fuera a vivir al rincón más recóndito del Sahara, jamás secaría mi humedad. Justo entonces me crucé con un gaviero que me preguntó dónde venía.
- Del carajo