Las mujeres se hacen invisibles con la edad. A las mujeres mayores no se las mira, no se las ve. Esa es la teoría de Lore, la protagonista de “Como una dama”,un libro de 265 páginas de la editorial Circe, que he terminado de leer ayer. La autora es Ingrid Noll, una escritora de la que había oído o leído alguna referencia en alguna parte y de la que tomé prestados un par de libros en la biblioteca.
Lore ha rebasado ya los sesenta años y contempla el mundo desde una perspectiva que oscila entre el escepticismo y las manías, entre el pasotismo y la añoranza del amor y la compañía masculina. A Lore su marido la abandonó años atrás para unirse a una mujer más joven. Lore tuvo un novio, después, que falleció después de un esfuerzo amoroso. En cuanto a su hijo y sus nietos, sus relaciones son distantes y esporádicas.
Cuando comienza la novela, Lore se ha trasladado a vivir con Anneliese, una amiga de su juventud que es antagónica a ella en gustos, en aficiones y en apariencia. Las dos mujeres se han dividido la casa, los gastos y las tareas y procuran no molestarse y disfrutar de lo que tienen cada una a su manera. El marido Anneliese murió por culpa de unas hierbas con las que estaba aderezado un guiso, pero nadie pudo probar que fue envenenado por su esposa, que las cultivaba en su jardín.
Entonces aparece Ewald, un antiguo novio de Anneliese, cuya esposa está internada en un hospital cercano. El hombre se aloja en la habitación de invitados para ahorrar gastos de hotel y suscita en sus amigas una mezcla de deseo, de rivalidad y de controversias que estrechan los vínculos entre las dos mujeres. Ewald esconde un secreto que ellas tratan de averiguar con la ayuda de dos estudiantes de Veterinaria, a los que conocen cuando contratan a un chófer para irse de vacaciones juntas. A esta tropa se suma Rudi, el joven contable al que Lore ha dejado al mando de su tienda de antigüedades, los hijos de Ewald, las parejas de unos y otros… En fin, que en algunos momentos de la novela, hay tantos personajes en danza que las páginas parecen el muy renombrado camarote de los hermanos Marx.
Ingrid Noll cuenta las peripecias de los tres viejetes con bastante gracia, con desenfado, con sarcasmo. Sus ancianos son gente con limitaciones físicas, pero con energía para vivir la vida, aprovecharla, para afrontar las situaciones enrevesadas que surgen a su alrededor. Situaciones que a veces provocan ellos mismos.
No es frecuente que las novelas tengan protagonistas ancianos, salvo cuando es para recordar sus gestas y amoríos de juventud. Pero estos viejos de Noll no viven mirando sólo hacia atrás, sino que procuran que su vida actual sea confortable, divertida, placentera. Y eso le da al libro un toque singular que lo hace grato a la lectura. No, no digo que sea una obra maestra, pero puede ser un acompañante ameno para esos ratos de lectura de evasión que necesitamos cuando estamos cansados de la jornada diaria, cuando vamos en el autobús o cuando estamos esperando en la sala de espera del dentista o del oftalmólogo.
Si no lo sabéis, Cecilia os espera en http://ceciliaenelbalcon.blogspot. com/