Desde que vi en la tele los primeros anuncios de la nueva marca Le Petit Marseillais he tenido ganas de probarla, y eso que los anuncios me parecen pésimos y nada atrayentes.
Hace un tiempo en Carrefour tuvieron una oferta de lanzamiento de la marca y aproveché para darle una oportunidad al champú de camomila. Hacía siglos que no gastaba ninguno porque no acaba de encontrar el que me enamorara, la mayoría me resecaban el pelo y me lo encrespaban, además de no notar en absoluto que estuviera más luminoso o brillante.
El champú me ha gustado tanto que voy ya por el segundo bote y eso que yo soy muy infiel con los cosméticos.
Me gusta la suavidad que tiene, que se nota muchísimo en el pelo. Casi podría prescindir del acondicionador de lo bien que lo deja, suelto y desenredado. Y, un punto importante, que no por ello me engrasa el pelo.
Una de las cosas que más me han conquistado es que sí que noto el pelo más luminoso. Obviamente no va a terminar poniéndome el pelo rubio platino cuando yo cada vez lo voy teniendo más oscuro, pero sí que he notado que con el uso está más brillante y doradito. Es algo sútil pero yo lo noto.
Quizá su punto débil es que es algo espeso, estoy acostumbrada a texturas más ligeras, pero no se emulsiona mal y se aclara perfectamente.
No me gusta en exceso la tapita porque como se te caiga en la ducha se rompe con facilidad pero a cambio el agujerito por el que sale es pequeño y no se desperdicia producto.
No recuerdo el precio, pero sí que no es de los más caros del supermercado, así que bien.
Desde mi punto de vista, totalmente recomendable.