A la luz del alba, se difumina tu belleza,
rumbo al horizonte vuelas,
colores viste tu cuerpo,
ensalzas mundos de fantasía,
deleitas miradas.
Aquellos dioses en los primeros tiempos
tallaron en Jade tu silueta,
fruto dicen de la casualidad,
pues una flecha forma tenías, en su imaginación.
Al dotar de vida salio volando,
el brillo del sol deslumbraba.
Sobre su piel colores dispares,
hermosa creación, no dispuesta para humanos,
quisieron los dioses mayas,
que solo pudiera el hombre observarle en libertad.
Jamás sería presa ni cautivo por ser hijo de un dios.
Además, labor especial tendría
deseos y pensamientos de un lado a otro llevar,
pudiendo sin apenas acercarse al soplo del viento
igual que al tomar su alimento
ni un pétalo osa poner en movimiento.
Te roza como un suspiro leve y te arropa
se enviste de tus deseos y vuela,
allá donde tus pensamientos le guíen.
Nunca espantes a un colibrí,
si a tu alrededor volando está.
Si pensó alguien en ti,
lindos pensamientos traerá.
Preciosa leyenda Maya, dicen que los dioses tallaban a mano todos los insectos, animales y plantas que deberían poblar la tierra. Eran tantos y tan diversos, que se les acabo el barro, y utilizaron el Jade.
Al pulir el Jade, una flecha parecía, pero al dotarlo de vida, salio volando. En el cielo, al contraluz, reflejo intenso del sol, colores brillar, decidieron que era hijo de dios y una misión especial habría de tener un ser tan hermoso. Recoger y llevar de un lugar a otro, los pensamientos y deseos de las personas. Si un colibrí vuela a tu vera, no lo espantes, tal vez traiga, pensamientos lindos de alguien que te ama.
Marijose.- Y su romanticismo absurdo. Besitos mil.