Revista Literatura

Cómo realizar un proyecto personal

Publicado el 16 enero 2012 por Eduardo Ferrón @eduardoferron

La Madre Teresa de Calcuta y Martin Luther King Jr, dijeron una vez:

 

Si no puedes correr, trota; si no puedes trotar, camina; si no puedes caminar, usa un bastón; pero no te detengas.

 

Todos necesitamos progreso en nuestras vidas, algo que nos trae satisfacción y que nos produce felicidad. Todos, absolutamente todos, necesitamos realizarnos de alguna manera para poder tener una vida plena.

Este artículo va a ayudarte si tienes proyectos en el librero y estos se comienzan a empolvar. Si, por el contrario, sientes ese entrañable deseo por realizar tus más fervientes anhelos pero no tienes idea de que hacer, te recomiendo leer primero una publicación que hice a principios de año y que se titula: “Como realizar tus sueños”.

Platicaba con unos amigos y ellos me explicaban su deseo de seguir adelante, los planes y proyectos que tienen y el camino que debía llevarlos hasta el éxito. Si bien todo me pareció maravilloso, noté que sus planes pendían de un hilo. Bastaba con que alguna pequeña cosa saliera mal para que todo se viniera abajo. Tal vez esa sea la razón por la que muchas personas han desistido de plantearse proyectos, porque de alguna manera han fracasado y ese sentimiento los ha aplastado.

 

Lo que cuesta entender muchas veces es que el fracaso es también parte del éxito.

 
He conocido muchas amistades que no se plantean nada hoy día, que deciden vivir sus días sin una norma que regule su felicidad. Viven cada segundo y disfrutan cada momento, aunque no sea algo que ellos hubiesen deseado. Esto, lejos de ser despreciable, es admirable, puesto que se trata de una forma bastante sensata para hallar esa felicidad que tanto anhelamos. Sin embargo, habemos otros que la simple idea de aceptar lo que venga resulta inadmisible, necesitamos realizar nuestros anhelos aunque con ello se nos vaya la vida, y es precisamente este mismo hecho el que nos hace sentir felicidad.

Esto me lleva a pensar -algo que ya he mencionado en otras ocasiones- que aquél que desea realizar sus sueños debe ser una persona valiente, cauta y paciente; y si esto no fuera suficiente, también debe ser determinada, muy determinada. Una persona capaz de realizar proyectos.

 

Navegando por terreno desconocido.

 
Platicando con mis amistades, descubrí que muchos no sabemos como llevar a cabo un proyecto. En parte, tal vez, porque estamos emocionalmente destrozados o porque navegamos por terrenos totalmente desconocidos. En casos como estos, conviene pedir ayuda a un especialista que nos ayude a encontrar esos puntos débiles que podrían ocasionar que nuestros planes no se lleven a cabo.

No tiene que tratarse de un experto en finanzas o el CEO de alguna compañía de prestigio. Bastará con un amigo de confianza que haya experimentado con alguna experiencia similar o que conozca de lo que te está hablando.

Lo más importante a tener en cuenta es que se trata de tus planes, de tu proyecto; por lo que eres tu el que debe tener siempre la última palabra.

 

Hay que darle tiempo al tiempo.

 
Mi papá solía decirme esto todo el tiempo.

Un error bastante común es que uno desea que sus planes se realicen de la noche a la mañana. A estas alturas ya deberíamos saber que no todo lo que brilla es oro; todo lo que es gratis, es porque tiene un precio oculto; y todo lo que florece de la noche a la mañana, desaparece con la misma velocidad.

Necesitas ser paciente, tus planes se realizarán, de eso no hay duda. No tomes atajos, porque estos generalmente te llevan a otra serie de complicaciones y, al final del día, terminas invirtiendo más tiempo del necesario.

Asigna tiempos justos, nadie quiere que su más grande ilusión se convierta en un tormento. Toma todo el tiempo necesario, deja que tus acciones poco a poco produzcan un resultado. Si logras organizar todo bien, verás que -como fichas de dominó- todo va cayendo en su sitio una cosa detrás de la otra.

 

Hay que ser justos con nosotros mismos.

 
Es normal que uno quiera tener todo cuanto antes. En este momento se me ocurre una decena de cosas que me gustaría hacer o tener, pero es crucial tener siempre una visión objetiva de lo que es importante.

Un buen amigo, por ejemplo, planeaba liquidar un préstamo, hacer varios viajes y cambiar de vehículo; todo al mismo tiempo, en unos pocos meses, con una cartera justa y con un prometido ingreso extra. Que más quisiéramos que nuestros problemas desaparecieran cuanto antes para darle paso a la felicidad. El problema es que si las cosas no salen como lo planeado, todo se nos revierte y terminamos en más problemas de los que comenzamos.

Mi amigo y yo, platicando un poco más su caso, encontramos una solución que sonaba menos peligrosa: podía arreglar su vehículo de tal forma que este fuera funcional por seis meses, liquidar su préstamo en ese lapso y realizar esos viajes que tiene planeado. Durante ese tiempo, ahorrar ese ingreso extra que planeaba obtener y mantenerlo como un colchón de seguridad, convertible en el anticipo de un coche de agencia.

No se trata de hacer un único proyecto personal, observa que en el caso de mi amigo separamos sus objetivos en dos proyectos independientes. Si no haces esto, corres el riesgo de sentirte asfixiado bajo el peso de tus tareas y, al tener fechas de conclusión demasiado cortas o largas, obligarte un día a renunciar.

 

El pan no se cocina por sí mismo.

 
¿Es importante? ¿Es lo que desea tu corazón? ¿Sientes que la vida no tiene sentido si ello? ¿Por qué no darle la importancia que merece?

Uno de los impedimentos más grandes para realizar nuestros proyectos, es nuestro vicio.

Ya sea que te pases toda la noche viendo programas de televisión, pegado a tu teléfono platicando o “texteando” con varias personas, usando twitter para externar cada cosa que se te ocurre, facebook para enterarte de lo que hizo ayer la vecina, de juerga en el antro, en la taberna y un largo etcétera; estás dejando escapar un recurso muy valioso que posees: tu tiempo.

Con esto no me refiero a que uno debería abandonar todas esas cosas, sino que debería tener conciencia de lo que está haciendo. No se trata de infligirse un castigo, sino de aprender a equilibrar la balanza.

En lo personal, me encanta ver películas y series de televisión, videojuegos, libros, música, etc.; pero llega un momento en el día en el que sé que debo trabajar en mis proyectos. Encuentro óptimo levantarme muy temprano para trabajar, porque me siento bien despierto -después de un buen café-, las ideas fluyen claras y no tengo distracciones externas.

Para lograrlo, necesito recortar algunas cosas que no son tan importantes para mi, como el tiempo que utilizo para ver la televisión, los paseos que realizo, el tiempo que invierto en videojuegos, etc.; pero lo más importante es: acostarme a dormir temprano.

Con esto no quiero decir que debes hacer lo mismo que yo, sino que debes encontrar ese balance entre la diversión y el trabajo.

 

Hay que disfrutar, que es muy importante.

 
¿Que caso tiene tanto trabajo, si uno al final no puedes disfrutarlo?

No hay que perder de vista que el objetivo de todo esto es mejorar nuestras vidas, no hacer un infierno de ellas. Por esto, si llega un punto en el que ya no puedes disfrutar de lo que haces, tal vez es momento de replantear tus objetivos.

 

Firme aquí, por favor.

 
Eres tu el único que puede hacer de este proyecto una realidad, por lo que llega el momento de realizar un compromiso serio contigo mismo. Ya sabes lo que quieres, lo que tienes que hacer y hasta tienes un plan; es momento de ponerse a trabajar.

Una técnica que puedes utilizar para lograrlo es escribir tus objetivos y tu plan, de tal forma que siempre tengas pendiente este compromiso. Puedes hacer un calendario con las fechas importantes, los horarios que debes seguir y los pasos que debes realizar. Conforme avanzas, ve tachando de la lista los elementos completados; verás que el efecto que produce es bastante reconfortante.

 

Manos a la obra.

 
Te deseo éxito.

 

Aquél que decide realizar sus sueños encontrará que no tiene fronteras. Sólo quien sigue a su corazón encontrará la felicidad.
– Eduardo Ferrón

 


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