Con lágrimas en los ojos y en el alma...

Un terremoto de 8,8 grados sacude Chile

Tras una noche en vela, sufriendo vientos constantes durante 12 horas, de más de 100 kilómetros y viviendo rachas durante toda la madrugada de más de 160, me acosté a eso de las 07:30 en el sofá de la tele, con la radio bajita, enterándome, así, de las últimas noticias sobre la tormenta perfecta.

Ya había comprobado que el huracán sufrido sólo nos había tumbado dos sillas del jardín y que Rocky estaba perfectamente, así como su casa-dormitorio. Por tanto, opté por descansar un poco el cuerpo y, sobre todo la mente, tras tanta tensión vivida.

Rápidamente me quedé dormida, pero a eso de las 08:40, mi amor de vidas me despertó porque no encontraba las llaves para la puerta de acceso al jardín. Quería llevarle el desayuno a Rocky y no podía.

Una vez hallado el llavero, opté por llamar a mis padres para comunicarles que estábamos todos bien, que pese a que vivimos en una de las zonas de Tenerife más sacudidas y castigadas por esta "tormenta perfecta", todo había ido de maravilla.

Fue mi madre quien me lo dijo. Fue ella quien me comunicó que había habido un terremoto fortísimo en Chile y que en Santiago se había sentido muchísimo y comenzaba el goteo de muertos desde los medios de comunicación y las autoridades competentes. Me rompí.

Los que me conocen bien saben lo que me gusta y quiero a Chile. Mi gran sueño es acabar viviendo un día en la X región chilena. En Los Lagos, entre ellos, cerca de mi adorado Lago Ranco o por Frutillar, por ejemplo. Y sé que así será dentro de unos cuantos años. No me preguntéis cómo lo sé. Simplemente, lo sé.

Además, al instante me vinieron a la memoria nuestros amigos chilenos: el humor sarcástico e irónico de Eduardo; la simpatía y amabilidad de Mones, su esposa; sus hijos, ya mujeres y hombre y, sobre todo, la belleza de esa pequeña nieta, alegría de todos, y que lleva por nombre el de la preciosa capital toscana por excelencia.

Acabo de enviarles un mail de apoyo, de cariño, de unión, de solidaridad. Sé que no lo leerán hasta dentro de muchos días. Santiago está sin electricidad. Pero necesitaba hacerles saber que les queremos pese a la distancia y al tiempo.

Un apoyo, un cariño, una unión y una solidaridad que extiendo a todo el pueblo chileno y a todos y cada uno de sus maravillosos paisajes, pueblos y rincones.

Estamos con vosotros, Eduardo.

Estamos contigo, Chile.