Revista Talentos

Confesiones y el bricolaje

Publicado el 25 noviembre 2011 por Beatrizbeneitez
Confesiones y el bricolajeBeatriz Benéitez. Santander
Voy a empezar este post confesando algo: la primera vez que intenté poner un cuelgafácil en la pared, no fui capaz de clavarlo. Esto de cuelga fácil no tiene nada, pensé. Había intentado apañármelas yo solita, y fracasé. Luego, más tarde, incluso creo recordar que mucho más tarde... me di cuenta de que lo había intentado poner al revés. Ahora soy una maestra en cuelga fáciles, pero mis habilidades en el bricolaje se reducen casi a eso. Bueno, no se si cuenta que este verano di un poco de aceite protector a algunos muebles de terraza. También se poner las tapas de seguridad para niños en los enchufes; pero no quitarlas. Es decir, que son tapas de seguridad para los niños y para mí misma. Supongo que para consolarme, quiero pensar que no soy la única. De hecho, en mi caso puede incluso que la genética tenga algo que ver en el asunto. Una vez, un pariente al que no quiero nombrar para que no deje de hablarme, estaba haciendo una agujero en la pared del cuarto de su hijo, mientras el niño miraba atónito como la punta de la broca salía por la pared del salón. Otro (familiar), no entendía por qué el taladro no hacía el correspondiente agujero, hasta que fue a la tienda y le explicaron que intentaba taladrar yeso con una broca para metales. A otro se le ocurrió cepillar un poco la puerta de la terraza, que se había dilato y no cerraba bien. Calculó mal, cepilló de más, y entraba un frío por la puerta que ni os cuento. Podría seguir con las anécdotas pero... seguramente me matarían.
Confesiones y el bricolajeMe fascinan esos maletines que tienen algunos amigos, llenos de cosas que no sé para que sirven, pero que son preciosas: brocas, destornilladores de todas las formas y tamaños, clavos, hembrillas.... O esos garajes con un montón de herramientas ordenadas colgadas en la pared y mesas de trabajo con escuadras y cartabones, baldas con colas y barnices...Hace poco fui a un gran almacén de bricolaje, y la dependienta me miró raro por la cara que puse cuando pregunté cómo se ponía la silicona para sellar una filtración en la ducha, y ella mi miró muy seria y me dijo: pues con una pistola, señora. Ya, con una pistola. Me cayó mal, pero creo que fue porque me llamó señora. Pensé que lo mejor sería ir a ver a mi amigo Juan y darle pena para que me arreglara la ducha. Me la arregló. Le tengo que hacer un regalo. Y otro a Alfonso, que me siega el mini jardín. Y otro a mi cuñado (que no tiene nuestra genética), y me ayuda a montar los muebles cuando hace falta. Y otro.... en fin, la lista sería casi interminable.Lo dicho, me admiran esas personas a las que veo paseando por Leroy Merlín y que me parecen verdaderos expertos, esos manitas que todo lo arreglan y que son capaces de inventar soluciones inverosímiles para problemas caseros. Siempre que veo alguno no puedo evitar acordarme de MacGyver.

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