Conoce tus límites... y rómpelos.

La frustración es algo muy común. A todos nos ocurre que las cosas no funcionan como a  nosotros nos gustaría. Este sentimiento nos lleva a pensar que no somos lo bastante buenos y a plantearnos si la situación en la que nos encontramos es la que nos corresponde o no: padre, empleo, estudios...
Un concepto que nos ayudará a analizar con claridad nuestra situación es reconocer nuestra área de influencia y nuestra área de preocupación. Se ha hablado mucho sobre este concepto y yo no voy a aportar nada nuevo, pero he pensado que recordarlo no estaría de más.
Está en nuestra área de influencia todo aquello que nos importa y en lo que nosotros podemos influir. Por ejemplo, si soy jugador de un equipo de fútbol, se encuentra en mi área de influencia mi deseo de tener la forma física suficiente para estar los 90 minutos rindiendo en el campo.
En nuestra área de preocupación se encuentran todas aquellas cosas que nos importan pero sobre las que no tenemos influencia. Si seguimos con el ejemplo del jugador de fútbol en su área de preocupación se encuentran cosas como ganar el partido, meter gol o rendir los 90 minutos lo mejor posible. Al jugador le importa ganar el partido pero no depende sólo de él, también depende del portero de su equipo y de la preparación que tenga el equipo contrario. Meter gol es algo que se acerca más a su área de influencia pero no depende enteramente de él ya que para meter un gol necesitas un buen pase, un error de la defensa y un fallo del portero. Y ya en la frontera entre la influencia y la preocupación se encuentra el deseo de rendir los 90 minutos a tope. Tampoco depende del jugador, todo lo que el jugador puede hacer es tener la forma física para rendir bien cierto tipo de partido de 90 minutos pero si el partido se hace muy complicado por factores externos a él, posiblemente no podrá mantener el ritmo.
En este caso lo único que cae dentro del área de influencia de nuestro jugador es el tener la forma física para cierto nivel de partido. Ganar el partido, meter un gol o correr los 90 minutos como un jabato es algo que pertenece a su área de preocupación.
Esto podemos verlo en todo tipo de posiciones. Como padres tu área de influencia acaba en tu parte en la relación con tus hijos, tu área de preocupación son las decisiones que ellos tomarán. Como empleado tu área de influencia acaba donde acaba lo que tu puedes llevar a cabo, y tu área de preocupación es lo que pensarán los demás de tu trabajo. Como estudiante tu área de influencia es cuanto estudies, tu área de preocupación es cómo será el examen de complicado.
La frustración viene cuando intentamos influir en nuestra área de preocupación. Cuando el jugador quiere ganar el partido, cuando el padre quiere que su hijo tome las decisiones correctas, cuando el empleado quiere que su jefe piense bien de él o cuando el estudiante quiere aprobar el examen por muy complicado que sea. Por supuesto que en todos estos casos se debe desear los ejemplos que he puesto, pero una cosa es desear ganar un partido y otra es frustrarte o sentirte fracasado porque no tu equipo no lo ha ganado. Por supuesto que un empleado quiere que piensen bien de él, pero no puede permitirse sentirse fracasado si no ocurre así habiendo hecho él lo máximo posible en su área de influencia.
Analiza hasta donde llega tu área de influencia y donde empieza tu área de preocupación. Y asegurate que todos tus esfuerzos están enfocados en la primera. Lo que verás ocurrir con el tiempo es que tu área de influencia va creciendo y eres capaz de influir en cosas de las que antes sólo podías preocuparte. No se trata de que conozcas tus áreas y te encasilles, se trata de que las conozcas, enfoques tus esfuerzos y aumentes tu área de influencia.
Conoce tus límites... y rómpelos.