Revista Diario
Conspiración
Publicado el 16 octubre 2013 por Mamenod
Mira que hay cosas en la vida que pueden enfadarte. ¡Ufff!Si observamos nuestro alrededor y echamos la vista atrás si acaso un año, mejor no tirar de hemeroteca, porque entonces, el nivel de cabreo (permítanme la ordinariez de la expresión) sube hasta la escala de rojo, pero vamos, tirando a burdeos: corruptelas políticas, justicia poco efectiva, estafa bancaria, la separación de Paquirrín...en fin, esas cosas por las que merece la pena alterarse.Pero no, no es eso de lo que yo quería hablar hoy. Creo, sinceramente, que en el grado del enfado sublime, en esa cúspide de la alteración mental que te lleva a decir por la boca barbaridades que nunca habías imaginado proferir, hay una circunstancia que lidera el ranking de la frustración: los cortes de internet.Fíjate que bien mirado, no son ni siquiera "cortes". Que dice el técnico de mi compañía, la que me suministra ocio en forma de cable, que son microcortes. Vamos, que se cree el "muchacho-muchacha-con acento cadencioso-que nunca es el mismo ", que añadiendo delante la palabra micro va a suavizar las ganas que tienes de arrancar el cable de Ono y hacerte con él una corbata o un bonito cinturón para lo que, sin ninguna duda, será más útil que para conectarte con la red.En mi casa el problema surge cuando trabajas con wifi. En eso yo soy una privilegiada. Mi ordenador, que conecta directo por cable a la red va como una moto. Pero, claro, eso no deja muy contenta al resto de mi familia que me ven pasar con el casco puesto, mientras ellos van andando y haciéndome autoestop con el pulgar hacia arriba. Entonces me pongo tierna. Miro a mi marido y mis niños sudando la gota gorda para mandar un correo y acudo a la llamada de auxilio, lo que en traducción castiza resulta: vuelvo a llamar a Ono. Sé que no vale para nada y con ese espíritu espero el tiempo interminable de la musiquita. No soy tonta, me digo a mí misma. Creen que me están lanzado publicidad subliminal, pero no saben que me estoy dando cuenta. - Buenos días, le habla Rodrígo Gómez, encantado de poder servirle.Entonces, explico nuevamente el viejo problema y vuelvo a soltar el mismo rollo que suena igual que el de su maquinita infame, porque me lo sé de memoria. Escucho un ruido de teclas sospechoso de ser una grabación sonora, para finalizar el episodio con la encuesta de una voz en of que me obliga a valorar, como si yo me hubiera ido alguna vez de copas con Rodrígo Gómez, las capacidades y la amabilidad del operador. Que digo yo, hombre a mí si me soluciona el problema, como si Rodrigo no quiere ser amable. A ver si a alguien se le ocurre de una vez darles un curso de informática y no de protocolo, que llevo diez años con Ono y todavía no se han enterado de que llamo para que me solucionen el tema de internet y no para que me den cariño.Yo comprendo a mi familia, esa es la verdad. Por circunstancias que no vienen al caso, a veces trabajo en uno de los ordenadores esos del wiffi y oye, no veas el mal humor que da. "Esta página web no está disponible", dice la pantalla y se queda tan ancha. Me ca... en...to lo que se menea. "Se ha producido un error al guardar o publicar tu entrada", es lo que me dice esto ahora mismo. La madre que...Al final, siempre acabo pensando: ¿será esto una estrategia del gobierno para tenernos entretenidos? ¿Habrá una trama conspiratoria que nos ablanda el cerebro después de cincuenta llamaditas a una centralita instalada en algún sótano oculto de La Moncloa? ¿Será extraterrestre Rodrigo?Madre mía.....me voy a tener que hacer mirar esto...¿eh? Me queda una duda: ¿llamo al médico o a Iker Jiménez?