Ella eligió el asiento que más le gusta, el que está delante de todos.
Se iban a Mar del Sur y se propuso enfrentar con imágenes el viaje para poder ver a los costados, poder ver hacia delante.
Con sólo un vidrio separándolos del paisaje.
12.30 de la noche y llevaban dos horas de viaje plagado de conversaciones, sueños y proyecciones de los próximos días. Todo eso que hace diferente e inolvidable viajar con el amor.
Cuando estaban apunto de dormirse él pensó en vos alta:
¿Qué tanto puede suceder cuando los planetas dejan de chocar y de originar constelaciones hermosas?
¿Qué tanto puede esperarse?
Ella lo miró descubriendo una sonrisa tímida muy tímida.
El continuó:
A veces me pregunto si algunas historias no son como la vida de las estrellas.
Su cuello apenas se estiró hacia delante y comenzó a mirar cada una de las estrellas que asomaban en un cielo que sólo se disfruta viajando o lejos de la ciudad y siguió:
Uno levanta la cara y observa una luz increíble pero muchas veces esa luz ya no existe, como una inercia porque ya no existe ¿entendés?
La miró directo a los ojos por primera vez desde que comenzó su teoría de las estrellas, movió su mirada hacia el costado señalándole el exterior a la vez que expresó:
Esa estrella ya no es estrella.
Esa luz ya no es luz y uno la observa con una calma de las bonitas, pero sin saber que debería más bien lamentar su ausencia.
Se quedó en silencio unos minutos y ella quieta por miedo a interrumpir algo.
Luego de unos instantes volvió a la carga:
A veces el amor es algo así ¿no? Vivir algo que ya no existe y que persiste a través de una luz que ya no está. Entonces lo único que uno hace es observar el pasado, disfrutarlo y depositarlo en un presente sin vida.
Ella ya no estaba disfrutando mucho lo que él expresaba. No entendía de donde partía ese pensar y la asustaba un poco.
De pronto bajó la voz porque descubrió que el bus entero dormía, le acercó la boca al oído y le susurró:
Sé que el amor puede ser como una estrella que brilla, que tiene luz propia pero que muchas veces con eso no alcanza.
La miró por segunda vez y le prometió hacer lo imposible para mantener luz propia para disfrutar todos los días. También le contó que iba a dedicarle lo mejor de él todos los días.
No pudo cumplir ninguna de las dos cosas.
Ella tampoco supo pedírselo.