Revista Diario

Cosas que he aprendido de: Malabarismo

Publicado el 16 noviembre 2013 por Alxndro @al_x_ndro

Continuando con el tema que comencé anteriormente, hoy comentaré algunas cosas que aprendí dentro del malabarismo cuando le dediqué parte de mi tiempo y atención. Quizá pueda parecerte intrascendente hablar de algo así (‘¿cómo puedo aplicar esto en mi crecimiento como persona?’, por ejemplo), pero considero que siempre hay algo que extraer de cualquier situación en la que hayamos estado, sólo falta estar dispuestos a valorar lo aprendido en vez de quedarnos en una opinión de las cosas.

Y de hecho sólo son tres cosas interesantes y sobre las que pienso que vale la pena reflexionar.

1. Lo fantástico en lo ordinario
Al principio no comprendía bien por qué me llamaba la atención hacer malabares. Había algo atractivo y placentero en concentrar mi atención, estar presente, en cómo se movían los objetos que aventaba y atrapaba, pero había una parte que me daban ganas de explicar a las otras personas y que no alcanzaba a describir. Con el tiempo vi que era algo más bien sencillo, evidente y no obvio a la vez.

Eso que me maravillaba tenía que ver con la gravedad. Sí, estoy hablando de la ley de la gravitación universal. Si lanzo algo al aire, dicho objeto eventualmente caerá, no hay forma de evitarlo. Incluso si pensamos en la propulsión con la que cuenta un cohete, dicha propulsión se debe a la misma gravedad, es una reafirmación de que los objetos tienden a caer en determinado momento.

Y en el malabarismo lo que sucede es que se usa esa limitante para crear algo maravilloso. Esta gravedad que me mantiene en el suelo, que no me permite dar saltos de un edificio a otro, que requiere que recurra a la tecnología para volar, se convierte en el medio para crear algo inesperado. La limitante que aparentemente me detiene es usada para crear algo bello y que tiene aire de imposible.

Dentro de las limitaciones en las que cotidianamente me encuentro también existen un sinfín de posibilidades y combinaciones que puedo descubrir si me doy el tiempo de explorar algo tan obvio como la gravedad de mi planeta. Díganme si eso no es algo maravilloso…

  • Lección: aquello que te limita también te da ciertas opciones particulares a través de las cuales puedes crear algo. Las cosas que parecen detenernos también nos dan la oportunidad de generar algo muy particular e impredeciblemente bello, porque uno supondría que la limitación es un lugar estéril.
    En realidad nuestras ‘limitaciones’, nuestro contexto es el medio ideal para ciertas creaciones, ya sea una vida, una obra de arte, una mejora al estilo de vida, … Nuestro contexto, no importa cuán limitado parezca, es valioso si se le examina y se le deja de dar por sentado, si se le vive completamente. Nuestras limitaciones pueden ser, y suelen ser, la clave para llegar a nuestro sello y estilo personal dentro de todo lo que hacemos en la vida. No son exclusivamente una potencial fuente de frustración, pueden sacarnos adelante.

2. El cuerpo tiene su propia inteligencia
Mucha gente intenta malabarear por curiosidad cuando ve a alguien más hacerlo pero pocos perseveran. Creo que esto se debe a la gran frustración que se suele experimentarse al ver que nuestro cuerpo no responde con toda la habilidad que quisiéramos… y si juntamos esto con el usual cortocircuito mental que viene al tratar de entender con pensamientos lo que sucede en movimiento, y la leve vergüenza social de ser torpe en público, tenemos una fórmula para espantar a la mayoría de los interesados.

Algo que aprendí eventualmente (y que también sólo recientemente logro poner en palabras) es que el cuerpo responde por sí solo a lo que estamos haciendo, podemos intentar convertir un cierto patrón de movimiento corporal a términos lógicos, pero la verdad es que es muy difícil mantener dichos pensamiento. Por alguna razón, la lógica en el cuerpo no tiene coherencia, el cuerpo tiene su propia inteligencia.

Esto me resultó evidente una vez que, cuando comenzaba a practicar, no podía realizar un truco. Alguien se me acercó y me dijo que pusiera atención al movimiento de una sola de mis manos… Y sí, en cuanto hice eso, mi cuerpo hizo lo demás. Muchas veces la mente racional es un obstáculo para que el cuerpo muestre todas sus capacidades.

  • Lección: hay que dejar que el cuerpo sea por sí solo, independientemente de los que pensamos. Esto no sólo aplica a disciplinas escénicas, sino que también en la vida cotidiana. Digamos que quieres trabajar con tu lenguaje corporal, quieres que sea más seguro, entonces caminas erguido, sacas el pecho, caminas más rápido o qué sé yo.
    Esto definitivamente puede servirte y funcionar, pero es artificial. Si el cuerpo requiriera eso, el cuerpo eso haría. Así como cuando está herido y se cura, o cuando está cansado y se duerme. No necesitas hacer nada, de hecho, tu colaboración consciente y racional puede resultar en ciertos casos perjudicial (hacerte más daño, no lograr dormir). Pero en cuanto dejas que se encargue de sí mismo, el cuerpo sabe qué hacer. En el caso del lenguaje corporal, lo que requieres es dejar de pensar tanto, dejarlo que se mueva como es, con la gracia natural que le corresponde.
    Lo más que podemos hacer es aprender a escuchar nuestro cuerpo, a reconectar con él, permitirle que sea nuestro aliado en vez de un peso (no es el transporte de nuestras cabezas). Nuestro cuerpo es un instrumento fundamental en nuestra vida, podemos usarlo, pero debemos tener en cuenta que el cuerpo no se comprende ni analiza, se siente, únicamente se siente. Sal de tu cabeza.

3. Concentrarse y estar presente
Como en cualquier otra actividad, después de un tiempo de estarla realizando, completamente sumergido en ella, se entra en un estado de tranquila productividad en la cual uno se olvida del mundo, el tiempo se va volando, y todo está bien. Igual sucede con lo malabares.

En estos tiempos, en donde ‘hacemos’ varias cosas al mismo tiempo sin atender completamente a ninguna (ya sea por estar viendo el celular, la computadora, la televisión) es común sentirnos estresados. Esto es porque comenzamos muchas cosas sin terminar ninguna. Abrimos frentes que no terminamos de defender, nos sentimos atacados por el tiempo y las ocupaciones. Nos estresamos.

El otro día leí que el estrés es esa sensación de querer estar allá cuando estoy aquí. Al esparcir nuestra atención dejamos de estar presentes en lo que estamos haciendo, nos dividimos y mermamos nuestra propia experiencia. En los malabares, si sueltas un poco más de la atención que requieres para mantener los objetos en movimiento, lo más común es que te equivocarás o no tendrás tiempo de reaccionar. Después de un tiempo de estar practicando, es común estar en aquel estado semimeditativo que mencioné, un estado placentero, de presencia.

  • Lección: poner nuestra atención entera en lo que hacemos, hace placentera la vida. Si dividimos nuestra atención en más unidades de las que podemos atender, es común sentir estrés y no funcionar bien. El ser indulgentes con las distracciones nos lleva a cometer errores y no disfrutar (estar presentes) la experiencia que estamos teniendo en el momento. Nuestra atención es el único recurso que tenemos, debemos usarlo completamente en vez de desperdiciarlo con un exceso de pensamientos sobre el futuro y/o el pasado.

Listo, eso es lo que puedo compartirte que me ha enseñado colateralmente el malabarismo. Espero que encuentres las lecciones aplicables a algunos aspectos de tu vida.

Y me pregunto ahora, ¿tú qué has aprendido de lo que has hecho que no sea tan evidente? Si puedes darte el tiempo, me gustaría saber.

Y recuerda:


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