Revista Diario

Cosas que he aprendido: Wing Chun

Publicado el 30 octubre 2013 por Alxndro @al_x_ndro

Preludio
Éste es el primer artículo de una serie de artículos que pienso escribir sobre diferentes cosas que he aprendido realizando diferentes actividades que me han interesado a lo largo del tiempo. Estos aprendizajes son aplicables a otras áreas, no sólo a aquellas en las que los aprendí y, por tanto, me parece que es valioso compartirlos. Con esto quiero decir que quizá encuentres alguna lección valiosa aun cuando la actividad de la que hablaré sea una que quizá no te interesa a primera vista.

Como citaba al final de un artículo previo: todo conocimiento es autoconocimiento. Todo lo que podemos realizar en la vida nos puede enriquecer si ponemos atención, cualquier actividad en la que nos involucramos tiene la posibilidad de retroalimentar a todas las demás y complementarlas para beneficio de todo el sistema que somos como individuos.

Cómo volví a las artes marciales
Este año una amiga me invitó a clases de ‘defensa personal’. Cuando escuché eso tuve un momento de pausa, usualmente me intereso por las cosas que sé que no conozco, y en esta ocasión, a pesar de ser algo en lo que no tenía experiencia, tenía la duda de si era algo que en verdad me interesaba. Verán, en general soy una persona tranquila, pacifista, jamás he tenido problemas al ir por la vida como para tener que defenderme, y en general, como a todos, no me gusta experimentar violencia.

Antes había tenido una breve experiencia con algún arte marcial en la que al primer mes alguien me golpeó de más en una práctica simplemente porque podía y sabía más. Tras ese evento, decidí no volver porque a pesar de querer defenderme no logré hacerlo. Me sentí vulnerable e impotente.

Después intenté hacer tai chi pero lo encontré un poco insípido, no terminaba de entender sobre qué se trataba dentro de la clase en la que estaba.

Tras reflexionar un poco en esto, decidí que debía dar una nueva oportunidad a las artes marciales o, al menos, a aprender algo de defensa personal, como se me había dicho. Parecía algo práctico y potencialmente útil.

Cuando comencé a ir a clases descubrí que principalmente, más allá de la descripción de mi amiga, estábamos practicando kung-fu, en particular un estilo de combate llamado ‘wing chun’.

Las primeras clases fueron un poco desconcertantes, por un lado tenía esta incomodidad usual que existe cuando uno comienza a hacer algo nuevo rodeado de personas con mayor competencia. También el dolor físico propio de la práctica era algo nuevo, y los ejercicios que realizábamos eran nuevos, diferentes a cualquier cosa que yo hubiera hecho, y difíciles; demandaban mucha de mi atención.

Pronto quedé enganchado: la demanda mental que practicar wing chun me exigía me era muy atrayente, y el contacto que comencé a sentir con mi cuerpo a partir del dolor cambió algo pequeño dentro de mí. Además, mi maestro era (bueno, es) una persona interesante, con amplio conocimiento de su disciplina y la historia de ella.

Comencé a apartar el espacio que ir a practicar requería, y durante la semana esperaba el día que pudiera ir a aprender algo nuevo, y sentirme a mí mismo en la práctica. Incluso ya participé en un torneo donde perdí avasalladoramente (y tuve un ojo morado durante tres semanas).

Lo que he aprendido
Basta decir que aún estoy practicando wing chun y que he encontrado que necesita mucha práctica ya que es un estilo muy particular de combate, cuenta con muchas características que han sido lecciones para mí y que a continuación voy a compartirte y que puedo englobar en tres aspectos suyos que están completamente interrelacionados:

1. Poder en vez de fuerza
Originalmente, el wing chun fue desarrollado por una mujer, y por esto no está basado en ser más fuerte que el oponente (ya que fisiológicamente las mujeres no suelen ser tan fuertes como los hombres, muscularmente hablando), sino que está basado en ocupar toda la energía y todos los movimientos dentro del combate para dirigirlo todo hacia el oponente.

Esto requiere estar completamente relajado para poder sentir y percibir qué es lo que sucede, esta misma relajación permite que los movimientos sean más rápidos y flexibles, y que la energía que viene de los movimientos del otro se pueda encauzar en su contra. Para lograr todo esto se requiere perfeccionar la técnica del estilo, todo en él es técnica pues, como ya mencioné no se cultiva la fuerza ni la agresión, sino velocidad, estrategia, eficiencia, relajación, energía.

Lección: la maestría sobre uno mismo es más importante que el uso aparatoso de los talentos, las fortalezas y demás recursos con los que contamos. El conocernos a nosotros mismos y cómo las cualidades que tenemos interactúan entre sí nos permite usarlas de una manera más adecuada y consciente. El conocernos nos permite estar tranquilos en las situaciones en las que nos encontramos para poder aprovechar lo que tenemos y lo que encontramos en el camino. Entre más nos conocemos más poder personal tenemos, y dejamos de recurrir a forzar las cosas. Autoconocimiento.

2. Economía de recursos
En wing chun todos los movimientos son mutables, pueden transformarse de una función inicial a otra posterior sin necesidad de comenzar un movimiento nuevo. Es decir, un golpe puede transformarse en una defensa o en un agarre, y a su vez las defensas o agarres pueden transformarse uno en el otro o en golpes.

Por otro lado, éste es un estilo de combate a corta distancia, lo cual quiere decir que todos los movimientos son dentro del espacio vital de oponente (las patadas elevadas, por ejemplo, no tienen lugar a esta distancia), haciendo que éstos sean más cortos y rápidos, además de ser impredecibles al no ser tan visibles y cambiantes.

Y, para complementar todo esto, los golpes que se usan no son golpes de fuerza (como ya comentamos en el punto anterior), sino que son golpes internos (de energía, con técnica), los cuales se logran dar estando relajado y tensando las manos al momento del contacto con el oponente. Estos golpes son muy dolorosos ya que toda la energía del impacto entra al cuerpo y provoca daños directamente a órganos. El wing chun busca abatir al adversario lo más rápida y eficientemente posible.

Lección: todos los elementos que forman parte de una cierta circunstancia pueden transformarse en algo más, cambiar conforme la situación se desarrolla. Aferrarse a que las cosas sean de una sola manera hace que se gasten más recursos y tiempo. En situaciones donde se compite, el ser cambiante e impredecible da una ventaja que puede decidir la competencia. Y en una forma más general, el cambio permite el desarrollo constante de nuestras personas. Cambio y economía (¿minimalismo?).

3. Enfocarse en lo importante
Otro de los conceptos principales del wing chun es que la mayoría de los ataques van dirigidos a lo que se denomina ‘línea central’. Ésta se refiere a la línea que está conformada por la cabeza, el pecho y el vientre. Para que lo golpes lleguen centralmente a estas partes se requiere emplear golpes rectos (lo cual los hace más veloces que cualquier golpe circular).

Esta particularidad de los golpes junto con el hecho de que afectan los órganos internos en la línea central (vital) se conjugan con algo más que es que se busca golpear varias veces el mismo punto para debilitarlo, dañarlo y abatir rápidamente al oponente. Como cuando uno tala un árbol: los hachazos deben dirigirse a un mismo punto para derribar el árbol, de lo contrario sólo estamos agotándonos sin lograr nuestro cometido.

Lección: para poder lograr nuestros cometidos es fundamental enfocarnos en las cosas que son importantes y esenciales. Si nos distraemos o abrimos demasiados frentes, estaremos gastando energía y desaprovechando oportunidades sin saber cuándo llegará otra que podamos tomar. Así mismo, al saber qué es lo importante en nuestros cometidos, debemos de persistir y terminar cada uno de ellos para poder avanzar y lograr lo que buscamos. Enfoque y persistencia.

Algunos aprendizajes extras más generales a las artes marciales (y que pueden aplicarse a la vida):

  • Pensando en el torneo en que participé, en la práctica todo puede tornarse más sucio porque no hay tiempo para pensar y planear detalladamente. Todo sucede en el momento. La única forma de remediar esto es practicar hasta que la habilidad que uno desarrolla se vuelva parte de nuestra forma de actuar. La práctica constante, y la competencia que se adquiere con ella, libera recursos mentales que permiten resolver las contingencias dentro de determinada situación (un combate en este caso).
  • Se aprende más cuando uno pierde. Cuando nos equivocamos, o cuando no hacemos lo necesario, es notorio aquello en lo que podemos trabajar. Toda aparente derrota nos da información sobre cómo podemos mejorarnos, cuáles son nuestros puntos ciegos y áreas de oportunidad. El lograr nuestros propósitos es algo que sucede cuando hemos trabajado tanto en nosotros mismos que podemos hacernos cargo de la mayoría de las situaciones que se nos presentan. El ‘fracaso’ es la base de nuestros éxitos.
  • El objetivo de las artes marciales no es ser violento y agresivo, o dañar y provocar a otros a la primera oportunidad, sino tener conocimiento de lo que uno puede hacer para defenderse en una situación de riesgo. Las habilidades que uno desarrolla por medio de estas prácticas son para hacerte responsable de ti mismo, de tus capacidades, de tu integridad (corporal, primeramente) e independencia; y apoyarte en desarrollar calma y un carácter templado para las situaciones que lo requieran.
  • ¿Qué tan olvidado tienes a tu cuerpo? Tu cuerpo tienes muchas capacidades que están latentes aun cuando no las cultivas. Tu cuerpo es tu principal instrumento para interactuar con el mundo, merece que lo cuides y que explores sus posibilidades, forma parte integral de quien eres. Las arte marciales te pueden hacer muy consciente de las cosas que puedes hacer con él, cómo funciona, cómo puedes cuidarlo. ¿Cómo está tu cuerpo? ¿cuánto lo conoces? Es tu aliado y compañero, úsalo.

Bien, espero que estos aprendizajes que he tenido en mi breve historia como practicante de artes marciales te sean útiles y que, incluso, hayan despertado tu curiosidad por el wing chun o por cualquier otro arte marcial. Si no, ojalá encuentres dónde aplicarlos inmediatamente en tu vida. Recuerda que en ella lo esencial es aprender, tomar acción y experimentar.


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