Revista Literatura

Cuentos Des-Contados: LA VAGA DURMIENTE

Publicado el 03 enero 2010 por Zilniya

Cuentos Des-Contados: LA VAGA DURMIENTE

Érase una vez, unos padres que tenían una hermosa hija de dieciocho años. Pero tenía una pega: era vaga, muy vaga. La chica había dejado los estudios, no trabajaba y sólo salía de casa para irse de juerga con sus amigas. En definitiva, era más inútil que el peine de un calvo.

Desesperados por la tremenda carga de tener a una criatura más pasiva que el verbo ser, decidieron llamar a un equipo de siete hadas psicólogas, especializadas en la conducta gandula. Ellas propusieron a los padres de la vaga una serie de estrategias para obligarla a independizarse…

La primera hada propuso que toda la familia volviera a tratar a la muchacha como a una cría pequeña. Decía que así se indignaría y se marcharía de casa. Pero nada más lejos de la realidad, la vaga estuvo encantada y declaró que recuperaría la costumbre de escribir su quilométrica carta a los Reyes Magos. La segunda hada sugirió que acostumbraran a la vaga a trabajar empezando por cosas sencillas, como hacer la compra. Pero desistieron al ver que siempre traía los yogures caducados y el cambio mal dado.

La tercera hada pensó en que sería eficaz pasar la aspiradora de noche, mientras la vaga dormía, para obligarla a marcharse de allí. Pero la chica usaba tapones para los oídos y lo único que consiguieron fue despertar a unos más que cabreados vecinos. La cuarta hada propuso convertir la habitación de la vaga en un cuarto trastero. Pero en cuanto llenaron la habitación, la vaga simplemente se instaló en el salón y se puso a dormir en el sofá.

La quinta hada fue más lejos y mandó a los padres cambiar la cerradura de la puerta, mientras la vaga salía de parranda con las amigas. Pero cuando la muchacha llegó a la puerta y vio que no abría, llamó a los bomberos diciendo que no podía entrar en la casa de sus ancianos padres, los cuales hacía horas que no contestaban. Los bomberos tiraron la puerta abajo y la vaga entró triunfalmente a su casa.

La sexta hada fue todavía más radical: lanzó una maldición a la vaga por la cual se pincharía con la máquina de coser de su madre y se volvería adicta a la costura. En aquel momento la vaga, que estaba echada en el sofá, oyó un ruido que le llamó la atención. Siguiendo el sonido, llegó al cuarto de costura donde se encontraba la máquina.

En cuanto ella tocó la aguja de la máquina, se pinchó. Nada más ver la gota de sangre en el dedo, en vez de ponerse a coser como una desesperada, le dio una lipotimia y cayó inconsciente al suelo. La vaga quedó tan profundamente dormida que ni a cañonazos lograron despertarla.

Ante tal situación, la última hada declaró que sólo un buen mozo que le demostrara su amor incondicional podría despertarla. Así que cogió unas cuantas fotos de la vaga -que por suerte era muy fotogénica- y las colgó en una web de búsqueda de pareja. A partir de ahí, cientos de pretendientes vinieron a declararle su amor a la vaga, a besarla, a traerle flores, bombones… Pero la chavala no despertaba.

Al cabo de cien… minutos, llegó un apuesto empresario a la casa de los padres de la vaga. Se acercó a la chica y le susurró algo al oído. Ella abrió los ojos y le sonrió. Él la cogió en brazos y se la llevó en volandas. ¿Y qué fue lo que le dijo el apuesto empresario a la vaga?

“Si te casas conmigo, serás co-propietaria de la mayor empresa de colchones de látex natural que existe”. Y los dos comieron pavo (y no perdices) y… durmieron felices.

Este cuento me costó sacarlo más que los anteriores “Cuentos Des-Contados“, pues en vez de ser una explosión inesperada de inspiración como los otros, fue un esfuerzo planeado de antemano con la intención de publicarlo en el blog SOPADERELATOS.


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