Platón, la emoción, la razón y los caballos. El mito del auriga fue desarrollado por Platón para ilustrar su concepción acerca de la constitución interna del alma humana. Se trata de una alegoría en la que Platón habla de un auriga que conduce un carro tirado por dos caballos alados. El alma humana es representada por el carro alado. El auriga, quien conduce el alma, simboliza el intelecto o la razón. Uno de los caballos (el blanco) representa las emociones positivas del ser humano y el otro caballo (el negro), las malas. Así pues, según Platón, la iluminación se alcanzaría logrando que el auriga (parte racional) controle a la pareja de caballos (emociones).
La boca abierta para expresar asombro. El ser humano tiene muchas similitudes con los animales en cuanto a la expresión de sus emociones, tales como el miedo, la alegría, la ira o la tristeza. Sin embargo, sólo el ser humano -a diferencia de los animales- expresa la emoción de asombro.
Las mujeres muestran más sus emociones. Sin embargo, de acuerdo con los estudios realizados, hombres y mujeres experimentan la misma cantidad de emociones.
Las expresiones faciales y su efecto sobre las emociones. Existen estudios que afirman (y demuestran) que si las personas modifican sus expresiones faciales con el objetivo de reflejar una emoción, acaban por sentir dicha emoción. A modo de ejemplo, si una persona trata de reflejar en su rostro una sonrisa sincera y sentida, según estos estudios, es más que probable que acabe por experimentar cierta sensación de alegría y bienestar. Lo mismo sucederá a la inversa, si una persona muestra desolación en sus expresiones, aun cuando no sienta tan desdicha, acabará por sufrir cierta tristeza.