Iván de la Nuez
Aunque siempre ha estado ahí, la polémica se refuerza ahora en Alemania, pues este año prescribe la prohibición de publicar Mi lucha, plataforma y legado político de un autor llamado Adolf Hitler. Los derechos del libro están en poder del Ministerio de Finanzas de Baviera, que se hizo con ellos en exclusiva, precisamente para impedir su propagación. Según la ley actual, a partir de este 2015 cualquier editorial puede publicar el libro y, claro está, venderlo. Una vez que editarlo sea legal, es de esperar que también lo sean las presentaciones, lecturas públicas y toda la repercusión que supone un acontecimiento de esta magnitud. (Se avecinan tiempos de hitlerología, con especialistas y tertulianos diciendo la suya).
Ante el fenómeno político, ideológico y moral (hay de todo) del asunto, leo que los historiadores están barajando la posibilidad de aderezar la impresión con comentarios académicos, alertas y una serie de apuntes que amortigüen el impacto de su discurso. Se da el caso de que fue precisamente en Baviera donde Hitler hizo su primera gran aparición pública, en un intento de golpe de estado que lo llevó a la cárcel. Y fue en la cárcel donde, un año después, en 1924, escribió este panfleto entre biográfico y programático en el que desgranó sus ideas sobre la necesaria expansión de Alemania, la superioridad de la raza aria o el imperativo de acabar con la conspiración judía. En fin, que esta obra sustenta el ideario que llevó al mundo al paroxismo nazi, al Holocausto y a la Segunda Guerra Mundial.
Una vez derrotado el fascismo, la adquisición de los derechos mundiales del libro por el land bávaro no consiguió eliminar la lectura del libro, pero sí pudo limitar, con la ley en la mano, su propagación en Alemania, donde por razones obvias todo lo que tiene que ver con Hitler o el fascismo sigue siendo tabú.
¿Qué puede pasar ahora? Pues que, a punto de caducar la prohibición, el libro podría publicarse. También es previsible que genere los beneficios propios del negocio editorial (con la impagable publicidad del morbo que le precede). ¿Debería ser rearticulada la ley y prohibirse Mi lucha para siempre? Ciertamente, no parece que estemos en el mejor momento para que este libro se convierta en best seller. Con una crisis evidente de la democracia en cualquier lugar en la que está instalada (no hablemos de allí donde ni siquiera existe). Con la ultraderecha viendo crecer sus votos en Europa o Estados Unidos. Con un mundo tan seducido por el fundamentalismo y tan poco dado al discernimiento, esta resurrección puede ser una preocupante guinda en el pastel del extremismo.
Así y todo, creo que el libro debe ser publicado. Todavía más, pienso que debió publicarse durante todos estos años y que fue un error de los gobiernos posteriores aplazar la decisión. Una sociedad sin los anticuerpos necesarios para enfrentar un libro de esta índole, de cualquier índole, no puede definirse como una sociedad libre. Peor aún: es una sociedad en peligro. Aparte de que no hay mejor publicidad que lo prohibido y que la salida abrupta del libro será mucho más nociva que una edición “normalizada” y continua.
Esto sin reparar en que cualquiera puede leer el libro por Internet y que no todos los países tienen prohibida su venta. En Estados Unidos, por ejemplo, no es ilegal. En los Países Bajos, sí; aunque no su lectura o su préstamo (una legislación hipócrita muy parecida a la de otros países europeos con las drogas, dicho sea de paso). Por último, según Amazon, los mayores encargos provienen de Alemania, país en el que, hasta hoy, también puede ser leído y comprado, aunque no publicado.
Visto que el efecto “bombazo” producirá, presumiblemente, un considerable negocio, mi inquietud está encaminada a saber dónde irán a parar las ganancias de esas futuras ediciones y así calibrar, dentro de lo posible, el increíble marketing de esta campaña que ahora podrá recoger sus frutos después de setenta años de abstinencia.
Como dijeron Karl Marx y Sherlock Holmes –dos hombres del siglo XIX-, siempre es recomendable seguir la pista del dinero. Por lo general, ahí reside la clave de casi todos los misterios y de casi todos los crímenes.
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