Es la segunda vez que ocurre en lo que va de año.
La primera fue en primavera. Y en esta segunda ocasión me di cuenta cuando sus voces exigentes penetraron en mis oídos hace ya unos días.
Ella siempre acude presta y dispuesta a atenderles.
Me conoce. La conozco. Si no es la misma de la otra vez, es una hermana o una prima, porque parece exacta a la anterior.
Me gusta contemplarles...Incluso he llegado a acariciarles.
Yo la respeto y ella no me teme y me deja que los admire y que les hable.
Ayer estuve a puntito de lograr una foto con ella en la puerta del temporal hogar, pero, torpe de mí, no recordé que el flash se hallaba en modo automático y se alejó hasta una prudencial distancia.
Hoy os traigo un regalo para que este domingo esbocéis una tierna sonrisa.
Hoy os dejo con el regalo que la vida ha depositado en mi jardín, junto a la casa de los perros, por segunda vez en meses.
Y es que la vida y la naturaleza son tan generosas y bellas...