Cierta particularidad de mi anatomía (espero que pasajera) me hace viajar en posición horizontal, es decir para recorridos de cierta distancia me acomodo en la parte trasera del vehículo y me echo de la manera que pueda. Esto hace que la visión del paisaje mientras me desplazo sea, digamos, algo distinta. Las nubes, las copas de los árboles, las partes altas de los edificios, los picos de las montañas, han cobrado protagonismo. Aunque sea fugazmente, observo el azul del cielo con esas nubes deshilachadas de los vientos de altura, o los balcones con la ropa de los niños tendidas al sol. Claro, el tema de conversación con el conductor se complica un poco porque no compartimos la misma visión y mi postura es dada al ensimismamiento o incluso al ensueño.
En fin, como experiencia, y si uno no se marea, puedo recomendar que se pruebe.