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Desear para cambiar

Publicado el 04 septiembre 2012 por Alxndro @al_x_ndro

Todo deseo que tenemos, ya sea por algo interno o algo externo, es un deseo por convertirnos en algo que no somos y que queremos ser. Un deseo verdadero no es tanto sobre obtener y tener como sobre transformarnos. Y una vez que somos esos otros, aquello que parecía ser el sujeto de nuestro deseo no es más que un efecto secundario, una consecuencia irremediable de esta nueva forma de ser. Desear algo es desear cambiarnos.

Y hay tantas cosas que podemos desear, no sólo bienes materiales que sentimos que nos hacen falta; sino cosas propias del plano afectivo, alguien a quien querer, alguien que nos quiera; deseos por cambiar nuestro cuerpo; deseos por estar en otra parte; deseos por otras posibilidades; colocamos y perdemos, a la vez, en nuestras aspiraciones aquello que podríamos encontrar ahora.

¿Cuántos deseos nuestros vienen de la falta de disposición de aceptarnos como somos, de terminar de aprender la lección que nuestras circunstancias nos dan? Y en esta negación a reconocer y abarcar toda la experiencia de lo que vivimos presentemente, nos hallamos bloqueados, no logramos avanzar hacia donde la aceptación de nuestra experiencia eventualmente nos llevaría y que, probablemente, sería eso que hemos estado deseando.

El deseo termina por ser un olvido de quiénes somos, de nuestro punto de partida. Y en ese olvido creemos saber que no somos suficientes para tener lo que queremos. Hay que recordar quiénes somos, en dónde vamos.

Así, cuando por fin nos apropiamos de nuestra experiencia, nuestro deseo se convierte en una voluntad y termina en una forma de ser. Encontramos que todos esos deseos venían de aferrarnos al deseo de ser aceptados tal y como somos, y ahí era precisamente por donde nosotros debíamos comenzar, sin esperar que nuestro exterior nos diera lo que no estábamos dispuestos a darnos nosotros mismos.

Y hay que tener cuidado, el deseo puede nunca parar, jamás terminaremos de tener alguna aspiración. El camino nos va presentando nuestras posibilidades que, en un descuido, podríamos considerar como defectos nuestros. Pero eso sólo sucede si confundimos el proceso que somos con un estadio, si confundimos la idea falsa y provisional de nosotros mismos con nuestra esencia. Somos cambio. Nos deseamos a nosotros mismos siempre en un ángulo y luz diferentes.

Entonces busquemos querernos a nosotros mismos, regalarnos los deseos que vamos creando, y crecer por el camino que viene naturalmente a nosotros (no el de menor resistencia) en vez de aceptar caminos artificiales que nos dejan eternamente insatisfechos con quienes somos y nuestra experiencia, que nos niegan como cambio constante al hacernos creer que debemos de llegar a un lugar convenido de antemano. Vive hoy para poder llegar a mañana un poco más cambiado, pero siempre tú.


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