Día 1: Salir a correr

Fotografia por Francesco Gallarotti

Hace días que vengo intentando salir a correr, pero la baja autoestima me detenía y me tiraba a la cama otra vez. Pero hoy sabia que era el día, traté de sacarmelo de la cabeza otra vez ya que mi inconciente sigue depresivo y angustiado. Pero esta vez, decidí que iba a vestirme como si fuera hacerlo. No importaba si iba a correr o no, solamente iba a salir vestida así para ver que sentía.
Despues de miles de cosas que se vinieron en contra: haber demorado una hora en algo que tenía que hacer en cinco minutos, el frío que me carcomía los huesos y haber pisado una baldosa mojándome las zapatillas. Decidí que debía seguir. Mi cuerpo solo sentía que tenía zapatillas de correr, mi cuerpo quería saltar y correr, lo notaba. Y ya me habia quedado sin excusas.
Me costó decidirme en qué lugar lo iba a hacer. Primero, no tenía que haber demasiada gente. Segundo, tenía que estar cerca. Comencé a dudar entre ir hasta Puerto Madero o al Parque Lezama, pero hacia demasiado frío y no podía caminar 15 cuadras después de correr, no iba a rendir lo mismo. Así que me decidí por una calle que está a dos cuadras que tiene desniveles que me permiten saltar y suele haber poca gente.
Llegue y estaba lleno de gente, sí, un chiste parece. Pasé esa cuadra y ahí sí, estaba vacío. Comencé a correr sin parar, tratando de no entusiasmarme y levantar la velocidad, tratando de respirar. Y cuando quise darme cuenta ahí estaba saltando los pequeños escalones de Barracas como si estuviera volando. Esa sensación de despegarse del piso, tan gratificante, tan etérea.
Llegue a mi meta bastante bien, sin los dolores de panza que solía tener y con la gratificante sensación de que mi cuerpo ya se encontraba preparado para venir mañana. Y así sucesivamente. Terminé las pocas cuadras que hice llorando del frío en mis ojos (que son enormes y largas para el entrenamiento previo que tengo, o sea ningún entrenamiento), fue un sentimiento tan raro y potente. Todavía siento que el asma es un obstáculo bastante presente que me impide continuar un poco más, siempre siento que mi cuerpo no acompaña mi mente, pero esperemos que vaya intentando hacerlo. Voy a tener que entrenarlo para que responda a todos mis sentidos y que pueda volar como se debe.
Si realmente desean salir y correr. Sienten que deben hacerlo por ustedes. Sienten que tienen que librerarse. Sienten que tienen que olvidarse de sus problemas. Solo con unas pocas cuadras ya te sentís renovado y reluciente, por más de que estés transpirado, rojo, con los ojos saltantes y con la boca seca, totalmente hermoso.  Los invito a salir, a fingir que son eso que se preguntan cómo se sentirá serlo, y allí deciden si lo vuelven parte de su vida, de lo contrario ya saben que no quieren que eso forme parte. Pero si no hacen nada y se siguen preguntando cómo será desde sus casas, nada va a cambiar y jamás sabrán qué se siente.